Entre infracción administrativa y delito

¿Es delito hacer ruido? El Código Penal vigente en España considera que sí, y el artículo 325, relativo a los delitos del medio ambiente, equipara la contaminación acústica con el vertido de productos contaminantes o las extracciones ilegales de tierras. Fue este precepto legal el que aplicó el pasado 21 de marzo la Sección Tercera de la Audiencia de Barcelona para imponer la pena máxima prevista, de cuatro años de prisión, al propietario de un bar-restaurante del barrio de Gràcia por los ruidos generados por el local durante año y medio. Es la condena más alta impuesta nunca en España por este delito, aunque no la única.

¿Dónde está la frontera en considerar el ruido una infracción administrativa o un delito? Gonzalo Quintero, catedrático de Derecho Penal de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona y uno de los redactores del vigente Código Penal, ofrece una respuesta muy ilustrativa: "Si la contaminación acústica sólo provoca molestias es una infracción administrativa. Existe delito si el ruido pone en peligro la salud física o psíquica de las personas porque imposibilita su descanso y les provoca estrés". El Tribunal Supremo, en una sentencia de 2003, consideraba que "no es sencillo definir el ruido como agente contaminante", aunque también precisaba que "si tradicionalmente el ruido se ha incluido entre las actividades molestas, hoy está plenamente reconocido que la contaminación acústica puede generar graves perjuicios a la salud física y psíquica de los seres humanos".

La dura condena del tribunal barcelonés no se entiende sin la decidida intervención del fiscal José Joaquín Pérez de Gregorio, especializado en delitos contra el medio ambiente. Él fue también el fiscal que, con su empecinamiento y dedicación profesional, logró que Josep Puigneró se convirtiera también en 1997 en el primer empresario de España que ingresó en prisión por verter aguas contaminantes desde su industria.

Hasta la entrada en vigor del nuevo Código Penal, hace ahora 10 años, el ruido no se consideraba una forma de contaminación. Ahora los juristas no tienen ya ninguna duda de que es así, aunque todavía sorprenden pronunciamientos como el de Barcelona. En la antigua República Federal de Alemania, por ejemplo, hace ya más de 20 años que se condenó al aeropuerto de Francfort por el ruido que provocaban sus aviones.