ALEMANIA. Terrazas hasta las diez

Los frecuentes controles a los que tienen que someterse bares y restaurantes en Alemania y los numerosos obstáculos burocráticos que hay que salvar para poder abrir un local hacen prácticamente imposible que una disputa por ruidos se prolongue durante años y acabe con el encarcelamiento del empresario.

Una multa suele ser la pena más habitual cuando un restaurante incumple la normativa y es denunciado por los vecinos. Si no abona la multa, se le puede castigar con un día de prisión por cada 50 euros de multa impagada. "Pero esta opción no se usa casi nunca, sobre todo porque la gente suele pagar antes de llegar a ese extremo", explica Björn Retzlaff, viceportavoz de la Consejería de Justicia del Estado de Berlín.

Un ejemplo famoso de conflicto por el ruido en Berlín fue el de los vecinos de la calle Simon-Dach con los numerosos bares de la zona. Desde el verano de 2003, en esa calle berlinesa está prohibido por disposición judicial mantener abiertas las terrazas más allá de las diez de la noche.