El Congreso aprueba el Estatuto catalán con rechazo frontal del PP y matizado de ERC
De la Vega: "Este Estatuto dejará especial huella en la historia de España y de Cataluña"
Una votación por llamamiento personal a cada uno de los diputados puso fin ayer al largo debate del Estatuto de Autonomía de Cataluña en el Congreso. El PP solicitó este sistema de votación para que se viera "el rostro de los socialistas" cuando votaban a favor de este Estatuto y por si acaso se producía alguna indisciplina. No las hubo. La reforma del Estatuto catalán fue aprobada con 189 votos a favor, 154 en contra y dos abstenciones. El proyecto pasará ahora al Senado, donde se espera una rápida tramitación que ha de permitir la convocatoria para el 18 de junio del correspondiente referéndum en Cataluña.
Los votos en contra pertenecen a un bloque formado por 145 diputados del PP y otro más pequeño integrado por los ocho de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y uno de Eusko Alkartasuna (EA). Pero su sentido es muy distinto, opuesto. En sus dos durísimas intervenciones el líder del PP, Mariano Rajoy, descalificó la reforma del Estatuto como "un colosal error", que a su juicio "contradice objetivamente la Constitución" y supone "el principio del fin del Estado tal como los españoles lo diseñaron en 1978". El sentido del voto negativo de ERC es contrario al del PP. Lo definió su portavoz en el debate, Joan Puigcercós: "Para una región de España es un buen Estatuto; pero no para una nación como es Cataluña".
El PP acusa a Zapatero de modificar aspectos "constitucionales" sin el acuerdo del primer grupo de la oposición
El Estatuto de Cataluña fue aprobado en el Congreso por 189 votos a favor, 154 en contra y 2 abstenciones
El PSOE pide al Partido Popular que acuda pronto al Tribunal Constitucional para que se produzca "la sanción final"
Rajoy (PP): "Es el principio del fin del Estado tal como fue diseñado en 1978"
Duran (CiU): "Las heridas provocadas por el PP contra el Estatuto tardarán en cicatrizar"
Puigcercós (ERC): "Un buen Estatuto para una region, no para una nación como Cataluña"
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Al debate asistió desde la tribuna de invitados una amplísima representación catalana encabezada por el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y el presidente del Parlamento de Cataluña, Ernest Benach. El ex presidente Jordi Pujol asistió a toda la sesión, así como los consellers Josep Bargalló, Joan Saura y Antoni Castells. Los ponentes de todos los partidos completaban la delegación.
Entre estos dos sentidos del no se situó el sí mayoritario, defendido por el Gobierno y el PSOE a través de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y el portavoz Alfredo Pérez Rubalcaba; y por los portavoces de Convergència i Unió (CiU), Josep Antoni Duran Lleida; Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds (IU-ICV), Joan Herrera y Gaspar Llamazares; PNV, Josu Erkoreka; Román Rodríguez, de Coalición Canaria (CC); Francisco Rodríguez, del Bloque Nacionalista Galego (BNG). Uxue Barcos, portavoz de Nafarroa Bai, y José Antonio Labordeta, de la Chunta Aragonesista, optaron por la abstención.
El tono del debate lo marcó Rajoy con una primera intervención destinada a dejar claro que la reforma del Estatuto catalán, definido ayer mismo por el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, como el reconocimiento de la "España plural", se hace sin el consenso del principal partido de la oposición. Rajoy se empleó a fondo para provocar una respuesta de José Luís Rodríguez Zapatero. No lo logró, a pesar de apelar a su "vergüenza torera" y de lanzarle imputaciones como que, hasta su llegada a La Moncloa "no se modificaba una baldosa de la estructura constitucional del Estado sin un acuerdo como mínimo de los dos partidos que juntos representan a casi todos los españoles". El líder del PP citó a dos nacionalistas, Artur Mas, de CiU, y al líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, para sostener que, hasta que llegó Zapatero, "nunca un Gobierno de España había reconocido a Cataluña como nación". El resultado, añadió Rajoy, es un Estatuto "frágil", "partidista", el primer "fruto del disenso", de la "división". Que reconoce la existencia de "dos soberanías nacionales".
El líder del PP rebatió así la defensa que De la Vega había hecho del proyecto al exponer la posición del Gobierno. La vicepresidenta destacó que la voluntad del Gobierno en los cuatro meses que ha durado la tramitación en el Congreso ha sido la de "respetar" al máximo la propuesta del Parlamento catalán, de la que recordó que había llegado a las Cortes con el apoyo del 90% de sus diputados, y de lograr el máximo consenso, por la vía del diálogo. Y eso frente a un PP, destacó De la Vega, que había tratado de impedir incluso la toma consideración del proyecto y había basado su rechazo en que la reforma suponía nada menos que "la ruptura de España" y significaba una "reforma encubierta" de la Constitución. "Estoy segura de que este Estatuto dejará especial huella en la historia de España y de Cataluña", dijo.
El presidente del Congreso, Manuel Marín, intentó que el debate discurriera de acuerdo con los buenos usos parlamentarios. "Hoy puede ser un gran día", señaló, recordando la canción de Joan Manuel Serrat. No lo consiguió: la dureza presidió la sesión de siete horas.
Rajoy atacó a diestro y siniestro y los demás le respondieron cada vez más indignados. El portavoz socialista, que una vez más obtuvo el respaldo entusiasta de su grupo, pidió enfáticamente al líder del PP que acuda "por favor, de inmediato, al Tribunal Constitucional" para que éste haga "la sanción final". El dirigente socialista lamentó que el preámbulo no pueda ser motivo de recurso ante el Alto Tribunal para que también pudiera demostrarse que no hay nada objetable a la mención de Cataluña como nación. Rubalcaba acusó al PP de sembrar la "catalanofobia". "Su discurso es de aliento corto porque, señor Rajoy, no va a poder impedir que los presidentes autonómicos del PP reformen sus estatutos". En el capítulo de augurios el portavoz socialista dio por seguro que el PP aunque ahora se opone, se unirá con el tiempo a las reformas estatutarias. "Incluso se las apropiarán, pero vengan ya, les esperamos", afirmó Rubalcaba.
En las bancadas del PP se acogió el durísimo discurso de su líder con gran entusiasmo, expresado en interminables tandas de aplausos. El dirigente popular hizo mofa del proceso de negociación de los partidos catalanes con el Gobierno. "Frivolidad, indolencia, oportunismo", fueron algunas de las características de los negociadores, "apadrinados por el presidente del Gobierno", según Rajoy. Zapatero le miraba desde su escaño con un gesto muy serio.
Esta intervención tan descalificadora provocó también duras reacciones entre el resto de los portavoces. De todos, también de los que votaron en contra como ERC. Hubo incluso un incidente con el dirigente de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, que escuchó como desde un escaño del PP le llamaban "gilipollas". Además de pedir respeto, el dirigente de CiU desgranó una serie de argumentos, casi con enfado, para rebatir algunas de las traducciones que Rajoy hacía del articulado. Duran señaló que "las heridas provocadas por el PP contra el Estatuto tardarán en cicatrizar".
La norma no tiene el apoyo de ERC aunque tampoco un rechazo radical. Su portavoz, Joan Puigcercós, recordó que mucho de lo aprobado provenía del trabajo de su grupo. De nuevo reiteró las condiciones para que pudieran unirse al sí. Agencia tributaria propia con capacidad para recaudar todos los impuestos, un sistema de financiación similar al del País Vasco y el reconocimiento en el articulado de Cataluña como nación. Pero el texto salió hacia el Senado con la intención de los que lo sostuvieron de que esa Cámara no toque una coma.
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