El líder popular marcó las líneas rojas de su apoyo
Rajoy pidió a los suyos que mantuvieran un perfil bajo
Mariano Rajoy acudió ayer a La Moncloa con tres objetivos muy delimitados:
El primero era dejar "meridianamente claro" que no quiere que nadie, nunca, pueda acusarle a él o al PP de no querer la paz. Ese objetivo fue destacado el lunes, en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP, por Manuel Fraga, presidente fundador de ese partido. Todos los españoles desean el fin de ETA y Rajoy decidió llevar a La Moncloa su apoyo al Gobierno si de lo que se trata es de "acabar con ETA".
El segundo objetivo pasaba por subrayar que ni él ni su partido aprueban ningún diálogo ni negociación con ETA con el conocido argumento de que la banda no puede conseguir, por dejar de matar, lo que la democracia española le ha negado en toda su historia criminal. Ese objetivo fue especialmente destacado por el PP del País Vasco y su presidenta, María San Gil, en su reunión del pasado lunes con el líder popular.
Dirigentes populares instaron a Rajoy a pedir explicaciones por los contactos del Gobierno y ETA
Y el tercero, reivindicar los años de política antiterrorista común entre el PP y el PSOE en el marco del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Por eso, Rajoy pidió ayer al presidente una reunión de la comisión de seguimiento de dicho pacto. Y, en los últimos días, todos los dirigentes del PP han subrayado que cualquier avance hacia el fin de ETA debe hacerse dentro del espíritu del mismo.
Rajoy decidió escenificar esos tres objetivos a su manera. Es decir, por la vía de destacar la máxima cordialidad y "buena educación", según sus palabras, con el jefe del Gobierno. Y también anunciando públicamente que iba a ser "constructivo" en su entrevista en La Moncloa.
Para ello, el líder popular pidió a sus colaboradores información detallada de cómo actuó el Gobierno de José María Aznar durante la tregua de 1998. Reclamó "perfil bajo" entre los suyos en los días previos a la reunión para evitar declaraciones altisonantes. En esa línea de actuación incluyó una decisión que resultó polémica: relegar el pasado lunes a Ángel Acebes como portavoz del partido tras la reunión del Comité Ejecutivo Nacional. En su lugar, comparecieron Gabriel Elorriaga y Soraya Sáenz de Santamaría, secretarios ejecutivos de Comunicación y Política Autonómica, respectivamente. Ambos anunciaron que actuaban como portavoces porque no había "ninguna novedad" que contar.
Esa sustitución llevó a interpretaciones sobre si estaba en cuestión el papel de Acebes. Ayer, sin embargo, fue con Acebes y con Eduardo Zaplana con los primeros dirigentes del PP con los que se reunió tras su entrevista con el presidente del Gobierno.
Rajoy, además, escenificó la unidad y el respaldo de su partido a su posición con múltiples reuniones celebradas el lunes, acompañadas de fotografías de familia.
En todas esas reuniones previas que Rajoy mantuvo en los últimos días, los más relevantes dirigentes del PP le instaron a pedir explicaciones al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, por las informaciones sobre distintos contactos del Gobierno con ETA en los últimos meses, y sobre las conversaciones con Batasuna que ha mantenido el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, desde 2002. Es decir, en plena vigencia del Pacto Antiterrorista y mientras los dos partidos negociaban la Ley de Partidos que llevó a la ilegalización de Batasuna. Esto, para muchos dirigentes del PP, es una "deslealtad" que Rajoy debía plantear al presidente.
Rajoy les replicó que lo plantearía, pero "con educación". Y ayer sólo dijo que había preguntado al presidente "si tiene algún compromiso con ETA" y Zapatero le contestó que no se ha comprometido a nada con la banda, lo cual, aseguró, es "muy relevante". Eso sí, subrayó que nadie puede pedirle "un acto de fe" en Zapatero.
El líder popular citó ayer todos los límites que él pone a su apoyo condicionado a Zapatero: ni negociación con ETA, ni pago de contraprestación política, ni cambios en el marco legal al margen del Parlamento. Rajoy ha anunciado su apoyo a Zapatero para acabar con ETA. Pero para nada más. No le pondrá inconveniente en que acuda al Parlamento a explicar, cuando quiera y cómo quiera, cómo ha constatado que el fin de ETA es definitivo. Pero mucho tendrán que cambiar las cosas para que el PP le apoye ese día.
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