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La CEOE pide a las empresas que no autoricen pausas para fumar

Los expertos aseguran que la productividad no se resiente por salir a consumir cigarrillos

Ana Alfageme

Cinco millones de empleados llevan desde enero sin fumar en el trabajo. Si se lo permiten, suelen salir una media de cuatro veces por jornada. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) recomienda en una circular que no se permitan pausas, alegando que la ley antitabaco no pretende preservar los derechos de los fumadores y que se pueden generar agravios con los empleados que no fuman. La circular desaconseja además abordar este tema en la negociación colectiva, algo que los sindicatos sí quieren acordar. Los expertos aseguran que no se pierde productividad por salir a fumar, básicamente porque, al bajar el consumo de tabaco, se reducen las bajas laborales y las pausas tienden a ser menores con el tiempo.

Si fuma un 31% de la población y hay más de 18 millones de afiliados a la Seguridad Social, se puede colegir que son cinco millones de trabajadores los que consumen cigarrillos. Llevan casi tres meses -desde el 1 de enero en que entró en vigor la ley antitabaco- levantándose de su ordenador o puesto de trabajo cuatro o cinco veces por jornada. Pertrechados con un pitillo y un encendedor -y si procede, un abrigo- acuden a la puerta más próxima para encender su cigarro a la intemperie. Consumen entre 20 y 30 minutos diarios, calculando que tardan en fumar cada pitillo cinco minutos y que el tiempo que emplean hasta la puerta es variable. La tónica general es ésta, aunque los sindicatos conocen casos de algunas empresas que no permiten a sus trabajadores salir a la calle a fumar durante su jornada.

La patronal está en sintonía con estas últimas. En una circular a las 210 organizaciones empresariales emitida tras entrar en vigor la ley, la CEOE informa sobre la norma antitabaco, y dice textualmente que puesto que "no se trata de una norma que contemple derechos de los fumadores, no debería alterarse por este motivo el desarrollo de la actividad normal de la empresa mediante la autorización de pausas o permisos para fumar que, de otro lado, podrían generar situaciones de trato diferencial respecto a los no fumadores".

Los expertos niegan que la productividad se resienta cuando se prohíbe fumar (y se permite salir para consumir cigarrillos). El director del centro para la investigación del tabaquismo de la Universidad de California, Stanton Glantz, mantiene que se pierde un tiempo de trabajo, pero se fuma menos, y, a cambio, disminuyen las bajas laborales. Rodrigo Córdoba, del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT), la entidad que reúne a 40 sociedades científicas relacionadas con el hábito, coincide: "Existen muchos años de experiencia sobre cómo se comportan los fumadores que ya no pueden hacerlo en el trabajo. Se van adaptando. De entrada disminuyen el número de cigarrillos que consumen durante la jornada laboral, con una media de cuatro o cinco, con lo cual se rebajan las bajas laborales por fumar. Los primeros meses salen más, pero luego la necesidad de tiempo extra para los pitillos tiende a reducirse y al final acaban haciendo las mismas pausas que los no fumadores. Las empresas deberían ser flexibles para preservar el buen clima laboral y trabajadores y compañías deberían hablar estos temas". Teresa Salvador, del grupo de Trabajo y Medio Laboral del CNPT, asegura: "Siempre las medidas son menos conflictivas con consenso, y no como una orden. Cuanto más se pacta, mejor".

La circular de la patronal recomienda no abordar la norma antitabaco en el marco de la negociación colectiva, "ya que se trata de una ley sanitaria ante la que la empresa no tiene opciones, debe cumplir y hacer cumplir la ley". Asimismo, las recomendaciones insisten en que financiar tratamientos preventivos y programas de apoyo terapéutico para dejar de fumar no son exigibles a las empresas según esta ley. "Tendrán siempre carácter voluntario", señala.

Los sindicatos, por el contrario, mantienen que lo deseable es que se hable de estos temas en la negociación colectiva. La responsable de servicios sociales de UGT, Gema Ramón, dice: "Para nosotros el tabaco es una dependencia. Les estamos diciendo a los negociadores que se aborden los tratamientos de deshabituación y que se establezcan pausas para fumar que en la medida de lo posible no sean recuperables, entendiendo que no se puede hacer un uso abusivo de los tiempos". CC OO, a través de José Valdés, responsable de Drogodependencias, se muestra partidario de negociar. "Con posturas como la de la patronal, se nos olvida que podíamos hacer algo para que los fumadores lo dejen. Insistimos a nuestros negociadores que aborden políticas integrales de prevención".

Fumadores en la zona de oficinas de Azca, en Madrid.
Fumadores en la zona de oficinas de Azca, en Madrid.LUIS MAGÁN

"¿Y los que toman café? ¿No hacen descansos o qué?"

"¿Y los que hacen la compra por Internet cuando parece que están trabajando?", se pregunta una fumadora al conocer la circular de la CEOE recomendando a las empresas que no se permitan pausas para fumar, "¿ésos no pierden tiempo?" "O los que se organizan unas vacaciones enteras buscando billetes en la Red", apostilla su compañera de mesa. Ambas salen cuatro veces a fumar a lo a lo largo de su jornada.

La experiencia de las empresas que se adelantaron a la ley en prohibir fumar, como Sanitas, en cuyas sedes no se permitía hacerlo desde 2000, les ha enseñado que no se ha perdido productividad por dejar salir. "Si hay gente que se escaquea, se va a escaquear en cualquier caso. Y el que es responsable, fuma responsablemente", decía la directora de recursos humanos de la aseguradora, Coral González, poco antes de que se aprobase la ley antitabaco. José Valdés, responsable de Dependencias de CC OO, mantiene que la tónica general en las empresas es que se hace la vista gorda por ambas partes, salvo excepciones. "Conocemos casos en que se ha prohibido salir a fumar, como en comercios, que han considerado que da mala imagen que delante de la entrada oficial estén concentrados los empleados fumando", dice. "Precisamente, en los sitios que no se permite salir, nos llegan quejas de que la gente fuma en los baños". Hay fórmulas para todo, que explica Valdés: "Por ejemplo, en una empresa, el tiempo del bocadillo, media hora, se ha dividido en tres pausas de 10 minutos para que los trabajadores puedan fumar. En otra los empleados fichan y pueden salir tres veces, pero han de recuperar el tiempo. Y en otra de un pueblo del norte, la empresa construyó un tejadillo para que se pudiera fumar al resguardo".

"Yo no bajo a la cafetería nunca y hay no fumadores que están allí las horas muertas", comenta otra mujer, apurando un ducados a la puerta de su oficina. "Si me prohíben salir, cumplo la jornada de mi contrato y me lo fumo todo en esas cuatro horas que hago de más", dice su compañera.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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