"El año de obras fue horrible. Pero ahora..."
Los conductores afirman que el nuevo subterráneo de Costa Rica ha aliviado los atascos
La remodelación de la plaza de José María Soler, en la conexión de la calle de Costa Rica con la M-30 (Chamartín), es una de las obras que más desasosiego ha producido a los sufridos conductores durante meses. Exactamente durante 15 meses. Ahora, prácticamente todos los que responden a la pregunta "¿ha merecido la pena?" lo hacen con un "sí" rotundo. Y casi todos añaden: "Hombre, es que si no...".
La obra ha consistido en construir un túnel de 190 metros, con carriles de entrada y de salida, que comienza en Costa Rica, sortea bajo tierra la plaza y enlaza con la M-30. El objetivo de la Concejalía de Urbanismo es que ese túnel se trague más de la mitad de los 100.000 coches diarios que antes se aglomeraban en el mismo punto para dirigirse a varias direcciones: hacia Arturo Soria, Gran Vía de Hortaleza, Alfonso XIII, M-30... El Ayuntamiento ya tiene previsto, aunque para otro mandato, ampliar el recién estrenado túnel para enlazarlo con el ya existente un poco más arriba: el de República Dominicana, como reclaman los vecinos.
"Esto lleva sólo tres meses abierto y ya ha mejorado mucho. Antes se formaban aquí unos líos espantosos. Ahora se puede llegar al trabajo con más tranquilidad", cuenta Mercedes Silva, trabajadora del centro médico Millenium, en la esquina de Costa Rica y Alfonso XIII. Con el periódico debajo del brazo pasa frente a la clínica Javier Posada, vecino del barrio, e insiste: "Los atascos eran diarios. La obra ha sido una lata, es cierto, pero creo que, por el momento, parece más descongestionado. El túnel resuelve mucho".
Es media mañana, así que la hora punta ha pasado. Aun así, varias furgonetas de carga y descarga cruzan la plaza para ir a abastecer de mercancía a sus clientes. Daniel trabaja para una empresa de mensajería. "Se nota, se nota. Antes, los que veníamos desde Alfonso XIII nos dábamos de bruces con todo el mogollón de la gente que entraba y salía de la M-30. Era tremendo".
En otro semáforo está esperando el verde Germán García, que cubre todos los días el trayecto entre Alfonso XIII y la M-30. Él también es optimista, pero no olvida el año largo de obras. "Ese año fue horrible, de verdad, horrible. Los atascos eran peores que nunca. Pero ahora... Sí, ha mejorado. Lo que no sé es si nos va a compensar las horas que pasamos atascados en esta plaza todos esos meses. Ojalá", dice.
"Yo creo que sí, ha merecido la pena. Yo vengo por la M-30 cada día y me tragaba todo el atasco. Es que supongo que un túnel siempre divide el tráfico: sobre y bajo tierra", reflexiona Juan Pascual, trabajador del Club de Tenis Chamartín, en la calle de Federico Salmón.
Finalmente, aparece un conductor, Rafael Ocaña, al volante de un vehículo de la empresa Mex, que no está de acuerdo con la obra. Primero porque, según afirma, los atascos no han desaparecido, sino que se han trasladado. "El túnel es también de entrada, así que los coches salen a la calle de Costa Rica y ahí se quedan. Y al entrar [al subterráneo], viniendo desde la M-30, hay que tener mucho cuidado si uno no quiere darse con la mediana. Está mal hecho, muy mal hecho", farfulla. Pero Ocaña tiene otra crítica más importante: "¿Qué más me da que ahora se pueda circular más fluido? ¡Si no puedo aparcar en ningún sitio! Los malditos parquímetros...".
Ese mismo pensamiento parece haber tenido una veintena de conductores que ha convertido el suelo de barro de uno de los esquinazos de la plaza de José María Soler en un improvisado aparcamiento gratuito. Otro oasis en medio del desierto de parquímetros, una protesta que en las últimas semanas ha tomado el relevo, entre los motivos de bronca ciudadana, a las molestias causadas por las obras.
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