De excursión a las pingüineras

Los chicos de la escuela F50 reciben formación específica sobre el entorno donde viven. "Durante todo el año nos hacen disertar sobre animales y exploradores de la Antártida", explica Nicolás, uno de los alumnos. Sin embargo, el clima condiciona la vida en la Villa de las Estrellas. "Las actividades al aire libre las determinan la temperatura y la velocidad del viento. Por eso cuando hay buenas condiciones aprovechamos para salir y organizar excursiones", explica el responsable de la base, Dennis Harvey.

Las opciones de excursión son limitadas, pero inconcebibles en cualquier otra parte del mundo: "Visitamos glaciares, pingüineras, y caminamos mucho.

A veces vamos en avioneta a visitar otras bases como la rusa o la china. O nos movemos en vehículos adaptados para la nieve", explica Nicolás.

Uno de los principales retos de los profesores es que los niños se adapten al nuevo entorno -en invierno son frecuentes las recaídas psicológicas por la falta de luz- y prepararles para el regreso a su tierra. "El proceso de adaptación es más difícil al volver a sus lugares de origen porque pasan a cursos con más niños, con una educación menos personalizada y deben acostumbrarse de nuevo al ritmo, al jaleo y al ruido de una ciudad normal", dice Harvey.

"Los niños disfrutan muchísimo de la experiencia porque saben que muy pocos tienen esta oportunidad. Las condiciones climáticas no suponen un impedimento para ellos", continúa. Nicolás, por ejemplo, estudia muchas más horas que cuando vivía en Chile:

"Hay poco que hacer, así que para no aburrirme estudio, como todo está en silencio uno se concentra muy bien".