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Reportaje:

Ceremonias dignas y sobrias

La parroquia de Romo choca con el Obispado por su lucha contra la ostentación en comuniones y bodas

El bilbaíno Juan José Elezkano, sacerdote y cantautor aficionado, es bien conocido entre sus colegas como compositor de varias canciones entonadas en las iglesias de Vizcaya. Pero ahora su nombre está también en boca de quienes no van a misa, y no porque haya grabado un disco de éxito. Los rectores de la parroquia de San José de Romo (Getxo), con él a la cabeza, han visto cómo medidas adoptadas para dar mayor autenticidad cristiana a las primeras comuniones, bodas y funerales han desembocado en un desencuentro con el Obispado de Bilbao. Éste no ve con buenos ojos las rígidas normas de austeridad en las celebraciones impuestas.

Para combatir el "ambiente de ostentación y boato", en la iglesia de Romo los niños hacen la primera comunión "de calle", nada de trajes de almirante o gasas. Y no se pueden realizar fotos ni vídeos durante la celebración de los sacramentos. Si una pareja se quiere casar fuera del horario habitual de misas (19.00 los sábados; 10.30 y 12.30 los domingos) y desea que en su boda haya eucaristía, tiene que acudir con su propio cura. Tampoco son bienvenidos coros y otros complementos musicales que dan más lustre a unas ceremonias. Las diferencias sociales, aducen los sacerdotes, no pueden acompañarnos hasta la tumba.

Estas reformas que atañen a la pastoral sacramental y a la liturgia convierten a la comunidad de San José en una excepción en Vizcaya, y el Obispado le pide "homologarse" a las demás parroquias de Getxo; que lo que un niño y su familia hacen en ellas, también lo puedan hacer en Romo. Paradójicamente, las reglas que tanto incomodan, muchas de las cuales llevan en vigor 37 años (la iglesia se abrió al culto en 1959), son su modo de adecuarse a los dictados de su diócesis: [esta] "ha pedido a las comunidades cristianas que busquen hacer celebraciones serias, dignas y sobrias, y nosotros vimos que hay factores externos a lo que se celebra que distorsionan lo que pretendes hacer", justifica Elezkano.

El Obispado no quiere entrar en discusiones públicas, y remite a la nota dirigida a un periódico por el vicario responsable, Ángel María Unzueta, donde indicaba que "no era a través de los medios de comunicación donde iba a discutir cuestiones como esta, sino en los consejos pertinentes". Aun así, se sabe que detrás de la preocupación del Obispado está la deserción de muchos fieles, que han decidido no acudir a Romo. Un hecho que no preocupa al rector de una parroquia en la que han llegado a celebrarse primeras comuniones con sólo dos niños (este año la harán nueve), cuando "lo normal en otras es que haya 40 o 50". "Eso a nosotros no nos duele; lo asumimos", contesta Elezkano.

Como fórmula para contentar la demanda social y no desvirtuar los sacramentos, José Luis González de Alaiza, responsable del departamento de Formación para el Ministerio Ordenado del Instituto de Teología y Pastoral de la Diócesis de Bilbao, propone adaptarse a los tiempos preparando "celebraciones rituales sacramentales que no sean sacramento". Lo que los antropólogos llaman ritos de paso. En la iglesia, y no por la iglesia.

Mientras llegan las hipotéticas reformas, Elezkano asegura que no está dispuesto a "presidir circos litúrgicos" y descarta adoptar medidas populistas. "Ahora no podríamos dejar de hacer lo que hacemos, no podemos avenirnos a homologarnos a algo que nos parece que va en contra de lo que la propia diócesis ha escrito", insiste.

Las posturas parecen irreconciliables. Y el futuro incierto, aunque el párroco de Romo teme que su firmeza acarree un cambio de destino que no desea. "Me siento con la conciencia tranquila. Pero también estás nervioso, porque esto ha ocasionado una alteración grande en la comunidad y la gente habla aunque no me conozca", admite el sacerdote.

Opiniones divergentes

La crisis abierta entre el Obispado de Bilbao y la parroquia San José de Romo ha sumido en el mutismo a parte de la comunidad católica, pero hay quienes han transmitido su aliento y solidaridad al párroco del barrio getxotarra. Entre sus defensores figura Aurelio Marroquín, formador de catequistas y miembro durante 12 años del consejo parroquial de La Encarnación, en el barrio bilbaíno de Atxuri. En su opinión, la postura de Elezcano tiene más de coherencia cristiana que de acto de rebeldía. "Romo tiene la valentía que no tienen el resto de las parroquias para evitar el boato, el espectáculo circense y demás cosas en que a veces se convierten nuestros queridos sacramentos. Juanjo [Elezcano] no está haciendo nada que no se haya dicho desde el Evangelio, nuestros planes de evangelización y nuestra Asamblea Diocesana. No es el malo porque lo haga mal, sino porque es la excepción", opina este seglar.

José Luis González de Alaiza, miembro del Instituto de Teología y Pastoral de la Diócesis de Bilbao, también expresa su apoyo. "¿Por qué no son las otras parroquias las que se homologan a la de Romo? Hay que razonar qué concuerda más con la identidad de seguimiento de Jesús, y no preocuparse en caer más o menos simpático", señala. Mientras, el párroco de San Vicente Mártir de Bilbao reconoce que la postura de su colega de Romo es "consecuente", pero no cree que ostentación, fotógrafos, coros o dantzaris acaben configurando un circo litúrgico. "No. Es una cosa digna", discrepa este sacerdote. "Lo importante es prepararlo. Si se celebra con espíritu y es una cosa integrada, yo no tengo ningún inconveniente".

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