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Fin de semana

Verónica Portell escribe 27 relatos íntimos con el fondo de la violencia

Veintisiete relatos con otros tantos protagonistas componen Y sin embargo, te entiendo (Editorial Hiria), primer libro de la periodista Verónica Portell (Portugalete, 1969). La voz interior de cada personaje revela sus emociones y sus sensaciones más íntimas, unidos todos ellos por el telón de fondo de la violencia en el País Vasco. Un joven político secuestrado por ETA abre la colección de piezas y da paso a las historias de las personas de su entorno más cercano -su esposa, su padre, su madre- hasta llegar a la terrorista que recibe el encargo de ejecutarle, a un etarra preso desde hace 20 años o un periodista, un juez y un ertzaina.

Con la mitad de los relatos acabados, Portell descubrió que escribirlos se había convertido en un "ejercicio terapéutico", una especie de análisis de la realidad que le rodea en el País Vasco, de ordenación de la información y las sensaciones acumuladas durante años. Hija de José María Portell, el primer periodista asesinado por ETA, en junio de 1978, la autora rechaza que sus personajes sean reflejo de su biografía. "No me gusta la palabra autobiografía. He plasmado cosas que yo siento y pienso", dice.

Portell quiso conocer de primera mano las experiencias de jueces, periodistas o ertzainas que han vivido la violencia terrorista para dibujar el perfil de sus personajes. Así, contactó, por ejemplo, con el magistrado de la Audiencia Nacional Fernando Grande Marlaska, quien inspiró el relato protagonizado por un juez.

El título de la obra le ha hecho recibir algún reproche. "Decir que yo entiendo, no significa que yo justifico o defiendo lo que hacen los personajes", explica. "Yo creo que cualquier persona, sea quien sea, tiene su lado humano, su cara positiva, incluso los que son capaces de hacer las cosas más terribles. Todos somos capaces de sentir por dentro las mismas emociones y sentimientos".

Algunos relatos no revelan la identidad del protagonista, hasta las líneas finales. "La magia de la literatura es sugerir. Me gusta que el lector no sepa que quien habla es el lehedakari o pueda pensar que es la voz de un guardia civil, y sea un ertzaina y romper prejuicios", asegura.

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