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Las protestas de los estudiantes franceses provocan 60 heridos y 420 detenciones

El primer ministro francés, Villepin, acepta negociar sin condiciones con los sindicatos

En un ambiente social cada vez más crispado -los brotes de violencia de los jóvenes provocaron ayer 60 heridos y 420 detenciones-, los sindicatos aceptaron la oferta del primer ministro francés, Dominique de Villepin, para reunirse esta tarde y discutir sobre el polémico contrato de primer empleo (CPE), que precariza el trabajo de los jóvenes. Todos ceden. Villepin acepta que todo es negociable, y las centrales sindicales, aunque exigen que el CPE sea retirado "antes de cualquier diálogo o negociación", acudirán al palacio de Matignon sin que esta condición se haya cumplido.

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Cientos de miles de estudiantes desfilaron ayer por las calles de Francia (220.000, según el Ministerio del Interior; 450.000, según los organizadores), y de nuevo numerosos incidentes salpicaron las manifestaciones alimentando un clima progresivamente más tenso.

La principal marcha tuvo lugar en París, donde habían acudido numerosos jóvenes de provincias en trenes y autobuses especiales. La policía apuntaba la cifra de 23.000 universitarios. Los estudiantes de enseñanza secundaria (50.000, según los sindicatos) formaban un cortejo que partió de la plaza de Italia, atravesó Montparnasse y se cerró en la explanada de Los Inválidos. La marcha por las calles de la capital transcurrió desde el primer momento entre sobresaltos, carreras y destrozos.

Contrastaba el aire festivo y tranquilo del grueso de la comitiva con las escaramuzas que se producían una y otra vez en los flancos, enfrentando a grupos de casseurs (reventadores) y pequeños delincuentes con los servicios de orden establecidos por los sindicatos, gente bregada en muchas movilizaciones que se las veía y se las deseaba para aislar a los provocadores. En algunos momentos se produjeron agresiones que tenían como objetivo robar teléfonos móviles, cámaras de fotos o cualquier objeto de valor. En la explanada de Los Inválidos, los casseurs incendiaron vehículos y se enfrentaron a los bomberos que acudían a apagar el fuego lanzándoles piedras y barras de hierro. Más de 140 manifestantes fueron detenidos en la capital francesa, donde 60 personas (entre ellas 27 policías) resultaron heridas. También se produjeron altercados en las ciudades de Marsella Tours y Rennes.

La periferia parisiense tampoco ha escapado a la epidemia de violencia. En algunas de las localidades que vieron los peores incidentes durante la rebelión de las barriadas de otoño, los institutos han sido ocupados por los alumnos. La posibilidad de que vuelvan a incendiarse las barriadas de las grandes ciudades parece haber pesado de forma decisiva en la nueva actitud conciliadora del primer ministro Villepin, sobre todo después de que su gran rival en la carrera para la sucesión de Jacques Chirac, el titular de Interior y presidente del partido gubernamental Unión por un Movimiento Popular (UMP), Nicolas Sarkozy, alertara de que en las zonas conflictivas la situación es "extremadamente tensa" y se corre el peligro de que la "efervescencia" estudiantil "despierte la agitación" en estos barrios.

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Mientras tenían lugar estas manifestaciones, se reunían los principales líderes de las cinco grandes centrales sindicales para estudiar la oferta de la carta que les había lanzado el primer ministro, invitándoles a celebrar un encuentro y discutir sobre el CPE sin condiciones previas y sin limitación alguna. Los sindicatos optaron, con todas las cautelas, por aceptar la oferta de Villepin, aunque reafirmaron su llamamiento a una "jornada de acción interprofesional" el martes 28, una especie de ensayo de huelga general que probablemente paralizará el país, en tanto que los principales sindicatos de los transportes públicos ya han depositado preaviso de huelga.

Paralelamente, el Ministerio de Educación citó a los representantes de las organizaciones estudiantiles con el mismo objetivo. El Gobierno parece intentar de este modo separar el contencioso con los sindicatos -que le recriminan haber aprobado la ley que incluye el CPE sin una concertación previa con los actores sociales- de la protesta estudiantil, que tiene características propias. Hoy, sin embargo, antes de acudir al palacio de Matignon, los representantes de las cinco grandes confederaciones sindicales se reunirán con las organizaciones de estudiantes y con tres sindicatos más que forman parte del frente anti-CPE.

Universidades cerradas

Las organizaciones de estudiantes serán recibidas hoy por el ministro de Educación, Gilles de Robien. Karl Stoeckel, presidente del principal sindicato en la enseñanza media, confirmó su asistencia; no así Bruno Julliard, el presidente del principal sindicato de universitarios, la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF). Julliard reiteró que la retirada del CPE es una condición previa a cualquier reunión. Villepin envió sendas misivas por la tarde a las organizaciones estudiantiles invitándoles a reunirse algún día de la semana que viene.

El Gobierno reconocía ayer que de las 84 universidades que hay en Francia, 21 estaban cerradas y otras 46 sufrían "perturbaciones". Un grupo anarquista mantiene ocupada desde el lunes la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París.

La protesta dura más de tres semanas y el ministro contempla la posibilidad de aplazar los exámenes. Los rectores de las universidades francesas, por su parte, hicieron público ayer un comunicado en el que califican esta crisis de "extremadamente grave" y piden que les reciba el presidente, Jacques Chirac.

Un hombre lanza una papelera contra un coche en llamas ayer al final de la manifestación de París.
Un hombre lanza una papelera contra un coche en llamas ayer al final de la manifestación de París.REUTERS

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