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La Universidad de Jaén rescata en un libro sus orígenes y la biografía de sus nombres más ilustres

Ginés Donaire

Universitarios giennenses en la historia. Apuntes biográficos, es el título del libro con el que la Universidad de Jaén ha querido rendir tributo a 24 de sus alumnos más notables a lo largo de la historia y, de paso, rescatar los orígenes de los estudios universitarios en esta ciudad, que se remontan al siglo XVII. La publicación, que han coordinado los profesores Vicente Salvatierra y Pedro Galera, se aproxima a personajes de la talla de Gaspar de Ávalos (1485-1545), que acabó siendo arzobispo de Granada y de Toledo, obispo de Guadix y cardenal de Santiago; el fraile dominico Fray Domingo de Valtanás, que fue perseguido por la Inquisición en el siglo XVI; el médico y humanista jiennense Cristóbal Méndez, cuyos estudios en el Renacimiento se sitúan como eslabón entre la educación física clásica y la moderna; el arzobispo y teólogo Martín Pérez de Ayala, que destacó en las sesiones del Concilio de Trento; o el también doctor afincado en Jaén Juan Huarte de San Juan, autor del Examen de ingenios para las ciencias.

Entre los autores más contemporáneos que ha biografiado la Universidad de Jaén destacan el político liberal Joaquín Ruiz Giménez, nacido en Jaén en 1854; Antonio Flores de Lemus, economista y asesor del Ministerio de Hacienda durante el pasado siglo; el intelectual, político y académico Antonio Gallego Burín, nacido en Granada pero con raíces familiares en la localidad jiennense de Iznatoraf; o los dos últimos que aún viven: el jurista e intelectual quesadeño Cesáreo Rodríguez Aguilera, amigo íntimo del pintor Rafael Zabaleta, y el profesor de Jódar Pedro Martínez Montávez, considerado uno de los principales arabistas.

En el primer capítulo, el historiador Luis Coronas Tejada se refiere a los orígenes de la Universidad jiennense indicando que el Papa Urbano VIII, por una bula de 16 de junio de 1629, autorizó el título de Universidad al hasta entonces conocido como Estudio General de Santa Catalina, uno de los tres que funcionaban en Andalucía. El primer rector, el prior del convento Fray Domingo de Molina, solicitó el apoyo económico del concejo municipal de Jaén, que decidió dotar a la nueva Universidad con 10.000 ducados.

Sin embargo, la Universidad de Jaén encontró una fuerte rivalidad con la de la vecina Baeza, lo que, a la postre, acabó por frustrar el sueño universitario en Jaén. Baeza protestó alegando la proximidad de Jaén con otras universidades, como las de Granada y la propia Baeza, y asegurando que los 10.000 ducados que concedía el concejo municipal iban a gravar más las contribuciones de los pobres. Los alegatos de Baeza llegaron al Consejo de Castillo que, por un auto de 11 de mayo de 1630, dispuso la suspensión universitaria en Jaén y que se volviese todo a la situación anterior, por lo que el Estudio General de Santa Catalina siguió expediendo títulos de grados. Para contar con una Universidad propia en Jaén hubo que esperar hasta el año 1993.

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