"Los personajes retorcidos suponen un aliciente para el actor"
Charles-Maurice de Talleyrand es el primer "malvado" que interpreta Josep María Flotats (Barcelona, 1939). Le da vida en La cena, una obra de Jean-Claude Brisville, dirigida y producida por el propio Flotats, que rememora la cita secreta en julio de 1815 de dos antiguos ministros de Napoleón, exiliado tras la derrota de Waterloo, con Francia invadida y Luis XVIII pretendiendo restablecer la monarquía. Carmelo Gómez da vida a Joseph Fouché, su interlocutor en un montaje que recala por primera vez en Euskadi.
Pregunta. ¿Qué es esta cena?
Respuesta. Es una comedia negra que describe el poder. Uno se ríe de las enormidades que son capaces de decir o hacer sus protagonistas, dos conspiradores.
P. ¿Es una lección política?
R. No me gusta mucho la palabra lección, pero se abre una puerta para ver a dos políticos que se odian y son enemigos cuando pactan, qué clase de cromos se intercambian y qué tipos de promesas, respetadas o no, se tienen que hacer para seguir mandando y con vida. En ese sentido, aunque suceda en 1815, al público le suenan a una rabiosa contemporaneidad cosas que dicen esos personajes que, en sus famosas Memorias de ultratumba, Chateaubriand definió con un lema perfecto y terrible: "El vicio del brazo del crimen". El vicio es Talleyrand y el crimen, Fouché.
P. Destacan sus diálogos.
R. Brisville ha escrito una obra realmente admirable, con agudeza, inteligencia, una sutileza y un altísimo nivel de lenguaje. Naturalmente, no se sabe nada de lo que sucedió, ni de lo que se dijeron, pero el autor, el poeta, el escritor, inventa y crea algo que, probablemente, corresponde en un 98% con la realidad. Los poetas siempre escriben verdades.
P. Dice que interpretar su papel es un colosal ejercicio de hipocresía.
R. Es un ejercicio de actor más fuerte que un personaje al que uno se entrega y con el que tiene complicidades, aunque sean secretas, o vivencias que uno puede trasladarle. Yo no tengo ninguna clase de esas vivencias y tengo que hacer un esfuerzo de imaginación mayor. Por eso es apasionante, doblemente difícil y un ejercicio de equilibrio mayor y más interesante.
P. ¿Los personajes retorcidos suponen un aliciente para el trabajo de un actor?
R. Lo son, porque te obligan a alejarte lo máximo de ti y a utilizar documentación, información, pero también mucha parte de imaginación.
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