España y Francia quieren consensuar los grupos europeos de la energía

España y Francia quieren que se creen grandes grupos energéticos europeos, pero a condición de que se hagan desde el consenso, mediante una negociación de fuerte impronta política y no por la simple dinámica del mercado, a través de opas como las que son noticia estos días. Éste fue el principal acuerdo alcanzado ayer por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y el primer ministro francés, Dominique de Villepin, que no en vano pusieron como ejemplo de su objetivo el grupo Airbus, surgido en el marco político de la UE para integrar a españolas, francesas británicas y alemanas.

El motivo de este tratamiento especial del sector de la energía es, para ambos dirigentes su carácter estratégico y, en concreto, la necesidad de asegurar unos suministros sujetos a crecientes riesgos derivados de una situación internacional cada vez más incierta. Zapatero y Villepin anunciaron, de hecho, que elaborarán propuestas para que el Consejo Europeo que se reúne el 23 de marzo en Bruselas dé un impulso a una política energética común. Añadió el francés que en ese esfuerzo se buscará también la colaboración de Alemania.

Tres objetivos para Europa

El presidente señaló tres objetivos para esa política europea: garantizar la seguridad, lo que implica aumentar las interconexiones transfronterizas; creación de grandes grupos europeos y aplicación del método comunitario, es decir del diálogo y el consenso. El primer ministro francés enunció la misma agenda, afirmó que las fusiones tienen que hacerse de "una manera amistosa" y propuso que "Europa hable con una sola voz" sobre energía.

"Esto no es un problema de más o menos proteccionismo, sino de seguridad energética", dijo Zapatero, que explicó así las claves de la inseguridad española: "España depende en un 80% del abastecimiento exterior en materia de energía. En cambio, las interconexiones con Francia sólo cubren el 3% de la demanda de energía eléctrica". Lo mismo puede decirse del gas, donde no hay una alternativa transpirenaica a la oferta argelina. Todo ello hace que el mercado europeo de la energía sea una utopía.

Los dos mandatarios informaron de que habían dedicado buena parte de su entrevista a hablar del desarrollo de estas interconexiones, pero no pudieron ofrecer más resultado que reafirmar los objetivos fijados bilateralmente en 2001, a pesar de que su realización adolece de un retraso crónico explicado por querellas ambientalistas.

También Villepin respondió indirectamente a las críticas de la Comisión Europea. Dijo que Francia es un país muy abierto, donde el año pasado se registraron 40.000 millones de euros de inversión extranjera y uno de cada siete ciudadanos trabaja para empresas no francesas. "Lo que queremos es dar a nuestras empresas la posibilidad de batirse en la escena internacional", añadió, tras presentar la fusión entre la estatal francesa Gas de France y la belga Suez, promovida desde el Gobierno frente a la OPA de la italiana Enel, como "una opción política y europea".