Las publicaciones universitarias suman ya el 6% de la producción editorial

El año que viene cumplirán 20 años y quieren aprovechar este momento para salir de la situación de semiinvisibilidad que les rodea a pesar editar anualmente unos 5.000 libros -especializados en el ámbito académico-, el 6% de los títulos publicados en España. Es la Asociación de Editoriales Universitarias Españolas (AEUE), compuesta por 48 universidades (la mayoría públicas) y otros tres centros de investigación (entre ellos el CSIC).

Antonio Pérez Lasheras, presidente de la asociación, ofreció estas cifras al mismo tiempo que anunció una campaña para ampliar su presencia en el mercado del libro. Los primeros pasos consistirán en buscar un nuevo nombre y una nueva imagen de marca y dar a conocer su labor. Ésta consiste, principalmente, en coordinar el trabajo de los servicios de publicaciones de las universidades y centros de investigación que integran AEUE.

"En el mundo editorial hay sitio para todos", "no somos una competencia desleal frente a las empresas privadas", aseguró Pérez, destacando asimismo el carácter especializado en el mundo académico de su asociación. "Publicamos libros que no saldrían al mercado si no lo hiciéramos nosotros", aseguró Pérez. Además, reivindicó el papel de las universidades como creador y transmisor de conocimientos, y la tradición que históricamente ha ligado los campus y las imprentas: "La Universidad Complutense nació en 1490 con un proyecto editorial del Cardenal Cisneros: la edición de la Biblia en cuatro idiomas".

Como todo el sector, uno de los grandes problemas de AEUE es la piratería. Colaboran con el Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO) y se declaran "a favor del libro y en contra de la piratería" en un ámbito, el de los estudiantes, en el que la fotocopia de obras es algo habitual. Aseguran que el precio de los libros no es tan alto y, además, que para los títulos que se utilizan como referencia en las clases, estipulan un precio "que sería el mismo que costaría hacer las fotocopias", dijo Magda Polo, vicepresidenta de la asociación.

La difusión de información por Internet ha despertado también grandes discusiones sobre los derechos de autor. Sin embargo, Antonio Pérez destacó la importancia de este medio para editar las tesis doctorales -"publicaciones costosas y con pocas ventas", dijo-, que ahora se difunden en soporte digital, o los bancos de recursos para profesores que abundan en la Red.

Pero la asociación reivindica, en cualquier caso, el libro, el objeto, como un valor en sí mismo y señalan el esfuerzo que las editoriales universitarias han hecho desde 1980 por mejorar la estética de sus ediciones, hacerlas más atractivas y alejarlas de la imagen del "tocho" académico. "Si no somos capaces como profesores de explicar la importancia del libro, es que fracasamos", dijo Antonio Pérez.

Máster en edición

Además de publicar, la asociación ofrece distintos cursos para que todos sus socios tengan las herramientas necesarias para poder editar. Los cursos de diseño editorial o de derechos de autor han derivado hasta el máster de edición que se imparte en la Universidad de Valencia y en la Autónoma de Barcelona.

Otra de las actividades en las que la asociación quiere sustentar su campaña es el concurso con el que cada año -ya son nueve ediciones- premian las mejores ediciones universitarias en diferentes modalidades, por ejemplo, monografías, colecciones o traducciones. Además, AEUE está presente en ferias del libro españolas (Madrid, Barcelona o Granada) e internacionales (Guadalajara, México).

Cualquier universidad o centro de investigación radicado en España puede solicitar el acceso a la asociación siempre que cuente con un servicio editorial que coordine esa actividad y garantice que no se van a publicar "de forma arbitraria", señaló Pérez. Sobre las polémicas levantadas por algunos libros universitarios, utilizados en las clases, cuyos contenidos ha sido calificados como homófobos o racistas, Antonio Pérez aseguró que cada consejo editor cuenta con especialistas que juzgan la calidad y el rigor científico de las obras, pero que en ningún caso se cuestiona la libertad de cátedra de los profesores.