Un hotel cúbico desafía a la Edad Media en Cáceres
El proyecto de levantar un hotel de lujo de arquitectura innovadora en la ciudad monumental desata la polémica
Las señoras, bien peinadas, con buenos abrigos, suben la cuesta empedrada para llegar a misa de siete. Al atravesar la plaza se enteran de la noticia y contemplan el fotomontaje que este periódico reproduce a la derecha. Una se santigua; otra exclama "Jesús, María y José" sin dejar de andar. Una tercera pregunta: "¿Y esto lo sabe José María? Porque yo le voy a llamar esta noche". José María es José María Saponi, alcalde de Cáceres, del PP; y la noticia consiste en la intención, por parte de los propietarios del mejor restaurante de la ciudad, de derribar dos edificios de la plaza de San Mateo, en el corazón del casco histórico, para levantar un moderno hotel de lujo de diseño cúbico ideado por los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla.
Pasado mañana, una comisión municipal examinará el proyecto
El proyecto no sólo ha encrespado a estas tres damas. La semana pasada se constituyó una asociación (Plataforma en Defensa de la Ciudad Monumental) que se ha comprometido a impedir la demolición. Ya ha empezado a recoger firmas. Los periódicos locales hablan todos los días del asunto. La polémica ha alcanzado tal grado de ebullición que los dueños del restaurante se han ido al extranjero a descansar mientras el Ayuntamiento decide. Pasado mañana, una comisión municipal examinará los planos y, probablemente, dilucidará el futuro del cubo.
Los propietarios del restaurante Atrio no son dos cocineros cualesquiera. José Polo y Antonio Pérez poseen dos estrellas en la Guía Michelin y su local constituye parada obligatoria en la ruta de la moderna gastronomía española. El único problema de su negocio nace, precisamente, de su éxito: el local se ha quedado pequeño. Así, Polo y Pérez decidieron mudarse y para eso eligieron el epicentro de la ciudad antigua: la hermosa plaza de traza medieval de San Mateo, un sueño en piedra, delimitada por tres imponentes construcciones y una cuarta más pequeña.
El origen de la controversia se cifra en esta cuarta manzana más pequeña, compuesta de dos edificios vacíos contiguos (una vivienda particular, de dos plantas, y un inmueble de la Junta de Extremadura, de tres). Los dueños de Atrio compraron la vivienda y firmaron con la Junta, gobernada por el PSOE, un convenio por el que ésta les cedía su inmueble. El proyecto cobró vuelo: no se trataba sólo de trasladar el restaurante, sino de levantar, también, un hotel de lujo de 15 habitaciones, por un coste de 10 millones de euros, que insuflaría aliento y vida a esta parte de la ciudad, tan bella como muda.
Tampoco los arquitectos Tuñón y Moreno Mansilla son dos arquitectos cualesquiera: aventajados discípulos de Moneo, en los últimos años han diseñado, entre otras obras notorias, el auditorio de León. El MOMA de Nueva York ha expuesto algunas de sus construcciones.
Tras estudiar las necesidades de Atrio y visitar el emplazamiento, los arquitectos apostaron por un diseño atrevido. "El encargo era un regalo para Cáceres por parte de dos cacereños que aman su ciudad apasionadamente. Por eso hicimos algo valiente, en consonancia con la monumentalidad del entorno", explica Miguel Tuñón. "Estamos ante un problema que afecta a muchos cascos históricos. A nuestro juicio, la manzana en cuestión vale mucho menos que el resto de los edificios, uno de los cuales, por cierto, se construyó en 1980 imitando el viejo estilo, y por eso creemos que nuestro edificio dialogaría mejor con el entorno".
"Sí, dialogaría de narices", replica Antonio Campesinos, catedrático de Urbanismo de la Universidad de Cáceres y vicepresidente de la plataforma vecinal anticubo. "Ahora resulta que la plaza está mal hecha y que hacen falta estos señores para decirnos cómo queda perfecta", añade. Para Campesinos, de cualquier forma, no se trata de gustos, sino de "legalidad, ya que hay una normativa estricta que afecta a toda la ciudad antigua que esta construcción se salta por todos lados".
Al escuchar la palabra normativa, el que salta de verdad es Luis Jesús García, vecino del barrio antiguo y presidente de la plataforma. La normativa que regula todo el casco viejo obliga a los residentes a emplear un determinado tipo de teja, un determinado tipo de puerta, un determinado tipo de ventana... "Yo no he podido ni poner un tragaluz en el altillo porque se estropea la vista aérea: y estos señores van y pintan en el plano una piscina en la terraza. Y que conste que nosotros no estamos en contra del hotel, que animaría esta parte de la ciudad, pero sí de ese diseño y de que se derriben edificios. Hay un alma que preservar".
Miguel Madera, arquitecto, hace de portavoz de sus amigos, los dueños de Atrio: "Nosotros no queremos nada que perjudique a Cáceres. Que decida el Ayuntamiento. Que diga si se puede hacer, que ponga condiciones. Claro que si pone demasiadas, el proyecto, por problemas económicos, no saldrá". Ha llegado la noche y esta parte vieja de la ciudad, llena de palacios abandonados y de edificios oficiales que cierran a las tres, se vuelve un inmenso y hechizante decorado vacío. Demasiado vacío. En esto coinciden tanto los pro como los anticubo.
Babelia
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