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Los islamistas moderados marroquíes se preparan para ganar las elecciones de 2007

El Partido de la Justicia y del Desarrollo presentará candidatos en todas las circunscripciones

Cuatro años después de las últimas legislativas de Marruecos, los islamistas moderados han decidido ir a por todas. A diferencia de lo que sucedió en 2002, el año próximo presentarán candidatos en todas las circunscripciones electorales con lo que, si el fraude no es sistemático, se convertirán en la primera fuerza parlamentaria y, probablemente, entrarán en el Gobierno. El Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD) ha empezado ya a preparar la cita con las urnas y busca tranquilizar a los votantes mediante una alianza con una formación liberal.

"Ahora más que nunca la llegada de los islamistas al poder parece inevitable", vaticinaba el semanario de Casablanca Tel Quel a finales de febrero. "El palacio real así como una parte de la clase política y de la sociedad civil lo saben y se preparan".

En la reunión de su Consejo Nacional de principios de enero, el PJD tomó la decisión de presentar en 2007 candidaturas en todas las circunscripciones para conseguir al menos cien diputados, más del doble de los que posee actualmente. "Creo que va a por una mayoría relativa y a intentar formar Gobierno aunque sea heterogéneo", prevé Mohamed Darif, profesor de la Universidad de Mohamedia.

La victoria de Hamás en Palestina ha dado alas a los islamistas marroquíes. "Lo sucedido allí confirma que cada vez que hay una consulta libre y transparente en el mundo musulmán, desemboca en un éxito de los movimientos islamo-nacionalistas", afirma Reda Benjaldun, diputado del PJD.

En las anteriores legislativas, los islamistas tachados de moderados sólo concurrieron en la mitad de los distritos electorales. Allí donde lo hicieron fueron, casi siempre, los más votados, aunque algunos tejemanejes les quitaron escaños en Meknes, Tetuán y otros lugares, según fuentes del partido.

Resultados "retocados"

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Los resultados "fueron retocados para disminuir el peso del partido islamista", sostiene el catedrático español Bernabé López. "No hay que disimular la verdad: los islamistas se han convertido (...) en la primera fuerza electoral", editorializó entonces el semanario Al Ayam de Casablanca.

Con discreción, los dirigentes islamistas reconocen que el Ministerio del Interior les presionó entonces para que no tuvieran presencia en todo el mapa electoral. Al año siguiente sólo participaron en las municipales en algunos barrios de varias ciudades, donde cosecharon el mismo éxito.

Aquel recorte forzado provocó malestar en las bases. Las agrupaciones del PJD de Tánger o de Agadir se rebelaron contra la dirección, negándose a presentar candidatos. Saedin el Otmani, el líder del partido, les replicó que después de los atentados islamistas que sacudieron Casablanca, en mayo de 2003, no podían hacer una demostración de fuerza.

Para que una mayoría islamista no asuste demasiado, Otmani lleva a cabo una operación de imagen. Ha forjado una alianza, que puede desembocar en una fusión, con Fuerzas Ciudadanas, un pequeño partido liberal que no le aportará casi votos, pero sí cierta respetabilidad. Abderrahim Lahjuji, ex presidente de la patronal marroquí, es el líder de Fuerzas Ciudadanas, cuyos afiliados son jóvenes empresarios, ejecutivos y tecnócratas con inclinaciones más bien laicas.

Con el mismo empeño de apaciguar, el PJD apenas se ha movilizado para protestar por la publicación en la prensa europea de caricaturas del profeta Mahoma, ni se inmiscuyó en la polémica por la chirigota del carnaval de Ceuta en la que se insultaba a los musulmanes.

En cambio, en enero, se desmarcó abiertamente de Justicia y Caridad, el gran movimiento islamista, tolerado pero ilegal, por colgar en su página web las visiones de sus militantes, en las que aparece el profeta alabando, por ejemplo, las obras de su líder, Abdessalam Yassin. Esos sueños "son peligrosos para la estabilidad del Estado", denunciaba At Tajdid, el diario afín al PJD.

Con el mismo propósito tranquilizador, Otmani y la cúpula del partido viajaron en mayo pasado a Madrid para darse a conocer y hacer también una ofrenda floral en el monumento a las víctimas del 11-M. El mes próximo irán a presentarse a París y a Washington.

En Marruecos son de sobra conocidos, pero aún así han puesto en marcha, con más de un año de antelación, una caravana que recorre el país. "Actuación parlamentaria: Compromiso y fidelidad", reza el rótulo que despliegan en pueblos y ciudades, a los que se desplazan para explicar su labor en la Cámara baja, donde forman el único grupo de oposición.

"Por ahora, hay que reconocerlo, el PJD es el único que prepara en serio sobre el terreno la cita del 2007", constata el semanario Le Reporter.

Militantes del Partido de la Justicia y del Desarrollo marroquí, durante la campaña de 2002 en Casablanca.
Militantes del Partido de la Justicia y del Desarrollo marroquí, durante la campaña de 2002 en Casablanca.ASSOCIATED PRESS

Visto bueno de Washington

En el otoño de 2003, durante su última gira por el Magreb, Colin Powell, entonces secretario de Estado de EE UU, alentó a sus interlocutores a ahondar en las reformas y a respetar los derechos humanos.

William Jordan, un alto funcionario del Departamento de Estado, ha dado un paso más a principios de este mes. Aseguró que Washington no veía con malos ojos la plena participación islamista en la vida política.

"Aceptamos a los partidos islamistas", recalcó en Argel, "siempre y cuando los partidos islamistas acepten las reglas del juego", es decir, la libertad de expresión, la alternancia y otros valores democráticos.

¿Respetarán Otmani y sus seguidores las reglas del juego? Detrás del lenguaje moderado del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD) se vislumbran ideas inquietantes.

Aunque sus nombres son idénticos, el PJD marroquí no es como el partido islamista turco, cuya gestión no preocupa ya en Occidente.

Los exabruptos de algunos de sus dirigentes, exigiendo el cierre de los centros culturales extranjeros en Marruecos, instando a cortar extremidades a los ladrones y a censurar películas, y arremetiendo contra los festivales musicales -"madrigueras de homosexualidad y consumo de drogas", dicen- inquietan.

De ahí que el rey Mohamed VI deberá sopesar si les deja entrar en el Gobierno y si encarga a Otmani que lo forme cuando se confirme en las urnas su anunciada mayoría.

Para un sector de las élites, ofrecer carteras a los islamistas equivale a introducir al zorro en el gallinero, por mucho que el auténtico poder lo ostente el monarca directamente y a través de los ministros de soberanía, que nombra al frente de cuatro departamentos.

UNA OPERACIÓN DE IMAGEN

- El partido islamistase ha aliado con una formación tecnocrática para inspirar confianza

- El líder del PJD viajará a Washington y París para dar a conocer su programa

- Una caravana islamista recorre ya el país para explicar su labor de oposición en el Parlamento desde 2002

- Los militantes del PJD apenas protestaron por las viñetas de Mahoma

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