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Crítica:LA VIDA EN LAS PALABRAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Transgresión y hermosura

El hecho de hacer objeto de este comentario a dos libros de género diferentes no obedece a ser debidos a un mismo autor, ni a haber sido publicados simultáneamente, sino a que configuran una misma historia. Nos permitimos aconsejar al lector que se acerque a esta singular experiencia literaria empezando por la lectura de Interludio azul, el libro en prosa, y complete luego el argumento de la obra con la lectura de la colección de poemas titulada Amor en vilo. En el primero, en Interludio azul, una voz en primera persona nos introduce en el relato de una historia real verbalizada en clave de novela -de novela rayana a veces al melodrama de manera voluntaria- en la que el protagonista narra su reencuentro, al cabo de más de treinta años, con un amor de juventud. Así, la acción va y viene entre 1969, cuando los jóvenes se conocieron y se separaron, y 2003, año del reencuentro. Un relato intenso, lleno de ardor y desesperación (el narrador acaba de perder a la "náyade muerta", al agente provocador de sus últimos treinta años de vida y de obra creativa, y C., la amada reencontrada lleva otros tantos años sin ser la que fue, semiadormilada en una existencia vacua); un relato majestuosamente escrito, de párrafos largos y de honduras que, más que alcanzar disparan a la intelectividad del lector merced a las constantes apoyaturas en citas de autores siempre presentes en toda la obra de Gimferrer (Neruda, Rubén Darío, Gil de Biedma, Octavio Paz, Mallarmé, Baudelaire, Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Ausias March...), en referencias a películas de Hitchcock, de Dreyer o de las calles de plástico de los filmes de Sirk, director al que vuelve una y otra vez, ya que no en balde fue uno de los grandes maestros del melodrama. "Para C. y para mí, nuestra vida está formada, hasta ahora, por dos interludios, el de 1969 y el actual, que cabría decir que constituyen un solo interludio. El interludio "actual" (el de 2003), ambos protagonistas son poseídos por los adolescentes que fueron, y viceversa: "En realidad, los protagonistas de ambos interludios son a la vez dos adultos y dos adolescentes" que buscan a través del prometido amor convertirse en quienes son. Sin embargo, esa realización pertenece a la segunda parte de esta historia, a los poemas de Amor en vilo, donde ambos personajes alcanzan el final del proceso de "restitución" y de "reparación" propuesto en Interludio azul, donde viven aún en el "trône de melodrama" del poema erótico de Verlaine.

Más información
"Estoy intentando interpretar mi propia vida"

Si en el primer libro, en Inter

ludio

azul, el narrador vive en un tiempo de espera, en Amor en vilo la voz del poeta teje un tiempo acronometrable, un tiempo estático y extático que es el del amor. El libro en prosa es un preludio de la consumación del amor, los 151 poemas de Amor en vilo son el triunfo amoroso, la plenitud, el éxtasis que convierte la aventura vital de los dos amantes en una obra completa, redonda, acabada; en la obra perfecta que se habían propuesto ser. En la trayectoria literaria de Gimferrer, la poesía amorosa no aparece con todo su potencial valor de totalidad hasta El vendaval (1988). Desde Arde el mar (1966) y sus dos siguientes entregas poéticas en castellano (La muerte en Beverly Hills y Extraña fruta) hasta El vendaval, su obra poética en catalán (Els miralls, 1970; Hora foscant, 1971; Foc sec, 1973; L'Espai desert, 1976), su poesía era una constante indagación del lenguaje poético más la aspiración a la fusión entre el hombre moral y el hombre estético, la fusión de la experiencia estética y la histórica. La lucha eterna establecida entre experiencia y la palabra poética aprehendida y expresada mediante imágenes sensoriales trabajadas con los materiales verbales de la tradición. El rechazo por una poesía entendida como medio transmisor de ideas, llevado tan a rajatabla, hubiera podido arrastrar al poeta al límite de la creatividad. Sin embargo, en El vendaval llegó a un nuevo horizonte: la condensación verbal como forma idónea para expresar el valor trascendental de la revelación. Esa revelación, la revelación amorosa, apunta, creo, en ese poemario como el motor que generará la gran poesía amorosa de Gimferrer: Mascarada, El agente provocador (aunque este último sea un libro en prosa) y, ahora, ese Amor en vilo donde el sentimiento amoroso alcanza plenamente sus funciones demiúrgicas. En esta última entrega poética, la poesía de Gimferrer responde a una exigencia superior: la búsqueda del absoluto. Habría que remontarse a los surrealistas y a los místicos para encontrar una poesía encaminada a rozar el absoluto. Gimferrer lo consigue en esta colección de poemas. Con composiciones formalmente compuestas con la sabiduría métrica y rítmica que el poeta ya demostró en otras ocasiones, en todas las variantes del soneto, en liras, en albadas, en verso libre y en lo que se antoja, Gimferrer, con ecos de Rubén Darío, de Góngora, de Cernuda, de Ausias March, de Garcilaso, de Alberti (de quien toma el título del libro), ha escrito unos poemas de un erotismo hermoso y, a la vez, transgresor infrecuente en la poesía peninsular. Así, cuartetos como el del soneto titulado Vedo nudo ("Quiero vivir de ver siempre encendido / tu pubis como fuego de alcohol / y con mis labios recobrar lo ido / y sumergir mi boca en tu farol") o el de By natural piety ("Fue un llamear tan suave como sañudo: agudo / estilete del aire cuando en tu pubis trepo / por encontrar a tientas en botón que discrepo / de tu mano en saber palpar, y de mí dudo: / pues tan sólo tu mano sabrá darte el espasmo / ahora, como antes, al cabalgar, me pasmo / de que pueda una Venus convulsionarse así") o el de Light in August ("esta boa que es toda de tus labios, que es tuya, / de tu boca y de tu sexo, esta boa cegada / por tu lengua, tus dientes, tu vagina dorada, / esta boa que nunca dejarás que te huya, / esta boa que sólo es por ti cabalgada, / toda tuya esta boa de mi falo: en la nada / si no vive en tu boca o en tu vulva ensanchada: / si no vive en tus labios, que el amor la destruya"). Juegos amorosos (el magnífico Evohé, donde la niña amada es niño amado, como en Androgyne, mon amour) y culminación del ser que, antes del amor, los amantes no se atrevieron o no supieron ser. Imágenes sorprendentes ("Mi desesperación viste de frac"), osadía conceptual y una exuberancia formal casi salvaje hacen de Amor en vilo y de Intermedio azul dos libros memorables.

Pere Gimferrer. Interludio azul. Seix Barral. Barcelona, 2006. 112 páginas. 18,50 euros. Amor en vilo. Seix Barral. Barcelona, 2006. 224 páginas. 15,50 euros.

El narrador de 'Amor en vilo' ve a su amada por el hueco de la escalera de su oficina, por la que ella desciende, como Kim Novak (en la imagen) en 'Vértigo'.
El narrador de 'Amor en vilo' ve a su amada por el hueco de la escalera de su oficina, por la que ella desciende, como Kim Novak (en la imagen) en 'Vértigo'.

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