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Cheikh Lô se afirma como una de las grandes voces de África

El senegalés presenta en Barcelona y Madrid su tercer disco

El senegalés, nacido en Burkina Faso, se considera un músico panafricano. Nadie como Cheikh Lô para unir m'balax, reggae jamaicano, guajira cubana, rumba congoleña o r&b norteamericano en una original combinación: cálida, colorida y enérgica. Su tercer disco, Lamp fall (Luz divina), denuncia las guerras y la pobreza, pero también es un canto a la espiritualidad. Cheikh Lô actúa hoy, miércoles, en Barcelona (sala Bikini) y el jueves estará en Madrid (sala Heineken, antigua sala Arena).

El nuevo disco se ha hecho esperar. Casi seis años. Lamp fall se grabó en Dakar, Londres y Salvador de Bahía. Y Cheikh Lô aún recuerda el impacto de cuarenta timbaus sonando a la vez en el estudio de Carlinhos Brown en el Candeal. Tambores bahianos y tama -tambor de axila- senegalés: una buena mezcla. "No conocía a Carlinhos, pero ahora es un hermano para mí", asegura.

Era la primera vez que Cheikh Lô pisaba Brasil. Hasta entonces su fuente de información había sido la televisión. "Las novelas que veo en casa y en las que siempre hay canciones. Y sientes que tienen buenos músicos igual que grandes futbolistas".

Cheikh Lô (Bobo Dioulasso, 1955) explica que Lamp fall significa luz divina. También es el nombre que recibe el minarete principal de la gran mezquita de Touba, la ciudad sagrada de los morabitos, donde está enterrado Amadou Bamba. Cheikh Ibra Fall fue discípulo de Amadou Bamba, el fundador de la hermandad islámica de los morabitos en Senegal, a finales del siglo XIX. "Sería el soldado del templo", cuenta. Sus seguidores son los baye fall. Entre sus señas de identidad están los patchworks -ropa con trozos de diferentes telas- y los dreadlocks -largas trenzas enmarañadas-. Una imagen entre mística y transgresora. Cheikh Lô es uno de ellos. "Lo vivo a diario. Hay personas que creen en cosas como los extraterrestres, otros que creen en Jesús, otros en Mahoma y otros que no. Así es la vida".

Piensa que hay una gran confusión. "Se debería insistir en dejar claras las cosas porque los norteamericanos están en guerra con un país árabe y eso se traslada a todo el islam. El Corán no le dice a nadie que haga la guerra. Ni la Biblia", afirma. Denuncia la guerra en Kelle magni: "Son las mafias que gobiernan el mundo. La vida de los demás no cuenta para ellos. Ya tenemos suficiente con las catástrofes naturales para andar fabricando más armas con las que matarnos unos a otros. Hay que disfrutar de la vida, porque no vamos a durar cien años".

Cheikh Lô canta casi todo el disco en idioma wolof, pero también una canción en bambara -que grabó la Bembeya Jazz National, de Guinea-Conakry, hace más de treinta años- y otra en lingala -de la Orchestra Elegance Jazz, una de aquellas rumbas que él escuchaba en los años setenta-. Y vuelve a contar con los servicios del saxofonista Pee Wee Ellis, el antiguo director musical de James Brown. Antes, participó en Red hot and riot, disco homenaje a Fela Kuti, con el fin de recaudar fondos para la prevención del sida. "Fela fue uno de los pioneros de la música africana, que cruzó fronteras e interesó a los europeos".

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