Villepin afronta una jornada de protesta en toda Francia
La popularidad del primer ministro francés, Dominique de Villepin, sigue cayendo en los sondeos, justo cuando el Ejecutivo conservador se enfrenta hoy a la prueba de fuego de las protestas contra las reformas laborales. La última encuesta publicada ayer por el diario Libération señala un descenso de siete puntos en un mes, lo que le sitúa en un 33%, la cifra más baja desde que llegara a Matignon hace nueve meses. Su único consuelo es que la crisis arrastra también a su gran rival y miembro de su Gobierno, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy.
La casi totalidad del movimiento sindical, las agrupaciones de estudiantes y la oposición de izquierdas hacen hoy causa común contra el bautizado como Contrato Primer Empleo (CPE), por considerar que se trata de un instrumento de precarización laboral al permitir el despido injustificado durante los dos primeros años del primer trabajo remunerado.
La jornada de hoy tiene asegurado al menos el éxito parcial que supondrá la paralización del sector público -administraciones, correos y la totalidad del sistema educativo- y una parte importante del transporte colectivo. La compañía aérea Air France prevé la anulación de varios vuelos por los paros que puedan producirse, y perturbaciones similares tendrán lugar en el tráfico ferroviario.
Sin embargo, si los convocantes no consiguen alcanzar la cifra que se han fijado como meta, medio millón de personas en la calle en toda Francia, Villepin podría salir reforzado. Hace un mes, los sindicatos fracasaron en su primer intento, el pasado 7 de febrero, cuando no lograron sacar a la calle más de 200.000 personas, aunque las causas fueron atribuidas al hecho de que la fecha coincidía con las vacaciones de invierno de los estudiantes.
Punto débil del Gobierno
Todas las encuestas señalan que la reforma del mercado laboral, al menos el CPE, es muy impopular. La de Libération asegura que el 58% de los franceses considera equivocada la medida, que pretende flexibilizar el empleo para hacer frente al paro estructural, que ronda el 10%. Sólo un 34% se muestra favorable. La izquierda ha encontrado en esta reforma el punto débil del Gobierno. Sin embargo, el primer ministro insistió ayer en que "mantendrá el rumbo" aunque se resienta su popularidad.
El primer secretario del Partido Socialista (PS), François Hollande, considera que si el Ejecutivo se obstina en seguir adelante, la protesta puede durar "varios meses". Por su parte, Bernard Thibault, el secretario general de la CGT, el principal sindicato de Francia, cree que la opinión pública francesa es "consciente de los peligros" de este tipo de contrato para las condiciones de trabajo.
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