La gran fiesta del barroco

Una locura, para qué nos vamos a engañar, pero qué locura. Más de 22.000 entradas se vendieron para los 54 conciertos dedicados en esta edición de Musika-Música a los Bach, Telemann, Vivaldi, Scarlatti, Purcell, Händel, Couperin, Rameau, Soler, Seixas, etcétera; es decir, a los músicos barrocos más impactantes de la Vieja Europa.

Con precios entre cuatro y ocho euros, las cuatro salas del Euskalduna se rebautizaron con los nombres de algunos de ellos y la fiesta no paró. El espectador tuvo el privilegio de seleccionar lo que le venía en gana y de sumergirse en profundidad en un periodo histórico de la mano de intérpretes fuera de serie. Por ejemplo, Jean Tubéry, con el grupo La Fenice y el coro de cámara de Namur, hizo un Purcell excepcional, tan teatral como ceremonioso, en Odas para el cumpleaños y muerte de la reina Mary. Pierlot dirigió una elegíaca y poética versión de Dido y Eneas, con Romina Basso, Furio Zanasi, Nuria Rial, Carlos Mena y el coro Collegium Vocale de Gante. Pierlot, el Ricercar Consort y Mena ya habían deslumbrado anteriormente en un programa Vivaldi. Como La Venexiana en una sesión dedicada a Scarlatti, y Spinosi, al frente del Ensemble Matheus, con la soprano Sonia Prina, en un Händel impactante. Spering dedicó su programa al frente de Das Neue Orchester y el Chorus Musicus Köln a motetes de Bach. En definitiva, un fin de semana agotador pero maravilloso.