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Reportaje:

La sobriedad de las princesitas

La moderación se impone en la alfombra roja frente a los riesgos del espectáculo

Elsa Fernández-Santos

Hace tiempo que las actrices se inclinan por la sobriedad en la gala de los Oscar. Es difícil encontrar una nueva Cher, rozando siempre el ridículo pero divirtiendo con su espectáculo. Vestida de Donatella Versace, Uma Thurman, de un rosa carne, fue una de las mujeres más elegantes de la 78º edición de los premios de Hollywood.

Los vestidos de princesita (Amy Adamas, de Carolina Herrera; Naomi Watts, de Givenchy; Jennifer Aniston, de Rochas) ganaron la partida -en número- a los sexys. Hillary Swank, con un Versace de tubo negro, o la embarazada Raquel Weisz, con un vestido de Narciso Rodríguez de corte imperio, fueron de las más guapas, mejor vestidas y más seductoras junto a Michelle Williams, de Vera Wang, que aprovechó su reciente maternidad para lucir pecho con un escote en forma de V. Ni Charlize Theron, con un modelo verde botella de Galliano para Dior y un moño italiano, ni Nicole Kidman (cada vez más fría) tuvieron su mejor noche. Les sobra glamour, pero les falta la frescura que derrocha Queen Latifah con sus kilos de más y su contoneo. Dos modelos, la española Eugenia Silva (con un tocado de Fátima de Burnay en la cabeza) y la checa Karolina Kurkova, acudieron a la ceremonia. También lo hizo la actriz Paz Vega, invitada por Morgan Freeman, con quien rueda una película.

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El músico Alberto Iglesias no ganó el Oscar a la mejor banda sonora por su trabajo en El jardinero fiel, pero él y su compañera Cristina Hortigüela (de naranja y de Sybilla) llamaron la atención de muchos periodistas extranjeros. Para la crítica de moda de The New York Times hubo un exceso de colores marrones y apagados (aunque Keira Kneightley estaba radiante con un vestido color vino de Vera Wang y un collar de platino con brillantes incrustados), pero las mayores críticas se las llevó Helena Bonham Carter: embutida en un vestido azul años cincuenta. Entre tantas sedas, chifones y tules, la lección de moda y elegancia vino de una mujer que no suele gustar a las comentaristas de Hollywood, que se arreglan tanto o más que las estrellas y que tienen una inclinación peligrosa por los dorados. Lauren Hutton llegó con su pelo rizado recogido en un moño y un esmoquin de la última colección de Yves Saint Laurent. Un esmoquin de aire torero, con un bolso étnico en la cintura y una camiseta de algodón blanca. Un ejemplo de bohemian-chic de una de las mujeres más elegantes del mundo.

Philip Seymour Hoffman, en el centro, Oscar al mejor actor por <i>Capote,</i> es felicitado por George Clooney, Jake Gyllenhaal (izquierda) y Heath Ledger (derecha). De espaldas, Joaquin Phoenix.
Philip Seymour Hoffman, en el centro, Oscar al mejor actor por Capote, es felicitado por George Clooney, Jake Gyllenhaal (izquierda) y Heath Ledger (derecha). De espaldas, Joaquin Phoenix.REUTERS
Reese Witherspoon, Oscar a la mejor actriz protagonista por <i>En la cuerda floja.</i>
Reese Witherspoon, Oscar a la mejor actriz protagonista por En la cuerda floja.AP

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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