Policía secreta infiltrada en los grupos ultras y "tolerancia cero"
Las expresiones de racismo y xenofobia son motivo de constante preocupación e inquietud en Alemania. La sociedad civil y las autoridades deportivas y policiales siguen desde hace décadas con especial atención el fenómeno, sobre todo por el reciente pasado del país con la pesada carga histórica derivada del nazismo. El punto culminante de incidentes racistas y xenófobos en los campos de fútbol se alcanzó a finales de los años ochenta e inicios de los noventa. Hoy día ese tipo de manifestaciones se encuentra en recesión. No obstante, se mantiene la alerta con campañas aclaratorias, la persecución policial y la observación de los servicios secretos de los hinchas fanáticos conectados con frecuencia con la extrema derecha. Alfred Sengle, encargado de seguridad de la Federación Alemana (DFB) reconoce: "No tenemos los excesos de algunos países del sur y el este de Europa, pero no podemos cerrar los ojos". El presidente del comité disciplinario de la DFB, Rainer Koch, advierte: "Ante tales hechos no tenemos la más mínima tolerancia. Ni siquiera 0%, sino 0,00%".
El artículo 2 de los Estatutos de la DFB establece de forma tajante: "La DFB es neutral en política y creencias religiosas y se enfrenta de forma decidida contra los intentos racistas, anticonstitucionales y xenófobos". La DFB considera comportamientos antideportivos especialmente culpables las actuaciones "xenófobas, racistas, de extremismo político y las escandalosamente obscenas o provocadoras".
Penas de cárcel
A esto se añade que en Alemania el Código Penal, en su artículo 86A, castiga con penas de multa e incluso hasta tres años de cárcel el "empleo de distintivos de organizaciones anticonstitucionales". Se considera como tales "las banderas, distintivos, piezas de uniforme, eslóganes y formas de saludo". Esto significa que, por ejemplo, el saludo fascista del jugador del Lazio Paolo Di Canio, le supondría en Alemania una querella criminal. Levantar una bandera con la cruz gamada lleva aparejada la inmediata intervención de la policía.
Esto no significa que tales manifestaciones no se produzcan, aunque son esporádicas. Los grupos de ultras fanáticos han quedado disueltos. La DFB repartió en los estadios miles de folletos contra el racismo y la xenofobia. En una ocasión se llegaron a repartir 400.000 tarjetas rojas a los espectadores para que las agitaran con el lema "¡No a la violencia!". En los años ochenta y sobre todo con la reunificación de Alemania en los noventa, florecieron los grupos de hinchas fanáticos que se caracterizaban por su griterío xenófobo, neonazi y antisemita. Eran los días en que se llamaba al árbitro "¡cerdo judío!", se gritaban eslóganes xenófobos o en la curva donde se instalaban en el estadio gritaban a coro "¡unga, unga!" y tiraban plátanos. Como botón de muestra, se puede citar que un club de hinchas del Hertha se llamaba Zyklon B, el nombre del gas que utilizaban los nazis en los campos de exterminio.
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