Laboratorio de análisis en Córdoba

Comienza una noche de marcha más en Córdoba. Es jueves y el reloj marca las 23.30. Manuel Fernández, de Acali (Asociación Cordobesa de Alcohólicos Liberados), está en uno de los tres botellódromos que hay en la ciudad, que empieza a llenarse de jóvenes que acuden con bolsas de plástico llenas de bebidas y hielos.

El representante de Acali cree que en los jóvenes no funciona bien la moralina para prevenir las drogadicciones. "No nos creen... Los jóvenes no nos hacen caso a los adultos porque ven cómo también utilizamos y abusamos el alcohol en nuestras fiestas. Por eso, cuando les decimos que no consuman piensan '¿de qué vais?", afirma Fernández. "La campaña Movida sin huye del paternalismo, les decimos qué efectos pueden tener las droga y el alcohol que consumen. Pero no somos talibanes del consumo", añade Fernández, responsable del proyecto.

La campaña, que organiza el Ayuntamiento de Córdoba y Acali, comenzó el jueves. Durante todos los fines de semana de este año, habrá instalada una caseta y una caracola en la que trabajan unas diez personas, la mayoría voluntarios. Además de en el botellódromo de La Victoria, la campaña se desplazará a las puertas de los conciertos y de las discotecas de moda.

Una de las iniciativas más llamativas consiste en el montaje de un pequeño laboratorio al que los jóvenes pueden llevar sus drogas para que sean analizadas. Juan Manuel Serrano y Sergio Navarro, dos químicos, manejan las probetas. Explican que los análisis están diseñados principalmente para las drogas de síntesis (sobre todo los derivados anfetamínicos), la cocaína y opiáceos. Juan y Sergio, a través unas pruebas con líquidos reactivos, dirán qué es exactamente lo que los jóvenes se van a meter en el cuerpo. "Sólo es identificativo, no decimos la cantidad", afirma Sergio.

Una vez que se conoce de qué sustancia se trata, los voluntarios de Acali explican al joven las consecuencias a corto, medio y largo plazo que provocan el consumo de esa droga. El chico o la chica decide entonces qué quiere hacer.

La campaña, que cuenta con un presupuesto de 30.000 euros, también incluye una serie de "refuerzos positivos", según explica Hernández. Disponen de varios alcoholímetros. Cada hora, a partir de las 11 de la noche, realizan controles a los chicos que quieren. Si pasan tres horas sin que hayan consumido alcohol, se les premia con menús de comida rápida o con entradas para el cine, para saunas, para el fútbol, para conciertos... Además, también ha instalado unas barras en las que se regalan cócteles sin.

"No queremos ser patriarcales, lo único que queremos decirles es que el alcohol y las drogas que toman pueden ser dañinos para su organismo", sostiene Alfonso Igualada, el concejal de Izquierda Unida responsable de este proyecto.