Una Esmeralda que brilla

No es la primera vez que ocurre en este festival. Una gala, con la sola pretensión de reunir a unos artistas con espacio para mostrar su personal expresión bailaora, termina por ofrecer momentos inolvidables. El acto, además, tuvo un algo de relevo, pero con las dos partes en una excelente forma.

Desde el inicio, con una tanda de martinetes, la cosa prometió y los hermanos Campallo regalaron un paso a dos suave y armonioso. Luego fue Rafael el que se quedó solo ante las alegrías extrayendo recursos sin límite. Hasta que llegó ella. El baile por soleá de Merche pareció traspasar los límites del tiempo para ofrecerse con una frescura envidiable. Serena composición de la figura, plasticidad de manos y de brazos al aire, y una contorsión que consigue figuras imposibles. Baile de una alta escuela, la sevillana, que ella encarna con una elegancia irrepetible. Valiente fue la joven Adela para adentrarse a continuación con las siguiriyas. Al final, los dos maestros -Marín y la Esmeralda- hicieron una excursión al pasado con unos tangos trianeros muy airosos, llenos de gracia y compás.