La violencia deja 30 muertos en Irak mientras los líderes políticos llaman a la calma
Una treintena de personas resultaron muertas ayer en Irak, incluidos dos soldados estadounidenses, a pesar de las medidas de seguridad implantadas tras el atentado del pasado miércoles contra el santuario chií de Samarra. Muafak al Rubai, consejero de Seguridad Nacional iraquí, anunció ayer la detención de 10 personas vinculadas al ataque contra la Mezquita Dorada. Cuatro de ellos eran guardianes del santuario.
El incidente más grave se produjo al final de la tarde, cuando ocho obuses de mortero mataron a 16 personas e hirieron a otras 45 en dos barriadas chiíes del sur de Bagdad. Los agresores actuaron a pesar del toque de queda decretado en la capital y tres provincias vecinas, y que ayer incluía la prohibición del tráfico rodado.
Otras cinco personas murieron en la explosión de una bomba que destruyó un minibús en Hilla, una ciudad mayoritariamente chií situada al sur de Bagdad, pero que está rodeada de localidades suníes donde los insurgentes están muy activos. En otro ataque, que la policía también calificó de sectario, varios hombres armados dispararon contra unos adolescentes que jugaban al fútbol en un barrio mixto de Baquba, al noreste de la capital, y mataron a dos de ellos.
Pero lo que empieza a extender el pánico entre los chiíes son los asesinatos a domicilio como el de Hach Náser, cerca de Baquba. Hombres vestidos de policía llegaron a casa de Salima Abbas y mataron a los dos varones de su familia, relató la mujer a la agencia France Presse desde el hospital donde ingresó con una herida de bala.
En la localidad suní de Abu Ghraib, al oeste de Bagdad, numerosas familias chiíes han huido por temor a sus vecinos y se han refugiado en mezquitas y escuelas de zonas chiíes, según informaron ayer miembros de esa comunidad citados por la agencia Reuters.
Rezos conjuntos
El clérigo chií Múqtada al Sáder, a cuya milicia, el Ejército del Mahdi, se responsabiliza de buena parte de los ataques a mezquitas suníes en Bagdad, pidió ayer en Basora a sus seguidores que el próximo viernes acudan a un rezo conjunto en las mezquitas suníes dañadas por la violencia de los últimos días. Aunque este clérigo populista y furibundamente antinorteamericano niega haber promovido la violencia, la actuación de sus milicianos le ha hecho ganar puntos frente a sus rivales políticos chiíes.
En un reconocimiento claro del peso de las milicias, sendos representantes de la Brigada Báder y del Ejército del Mahdi participaron en la reunión que el enviado de la ONU, Ahmad Qazi, mantuvo el sábado por la tarde con los líderes políticos. Esa cita precedió a la que más tarde sostuvo el primer ministro, Ibrahim al Yafari, con políticos chiíes, suníes y kurdos para desactivar la crisis y acelerar las negociaciones políticas. Al Yafari logró el compromiso de los principales grupos para formar un Gobierno de unidad nacional, tras dos meses y medio de tira y afloja desde las últimas elecciones.
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