El director Jacques Audiard, con ocho premios, gran vencedor de la noche de los César
Amenábar no logró el premio al mejor filme extranjero en la gala del cine francés
La 31ª edición de los premios cinematográficos César, el equivalente francés de los Oscar estadounidenses, coronó ayer noche el filme de Jacques Audiard De battre mon coeur s'est arrêté, que conquistó ocho galardones: mejor filme, mejor director, mejor actor secundario, mejor revelación femenina, mejor guión adaptado, mejor fotografía, mejor montaje y mejor música. Natalie Baye ganó el César a la mejor actriz por Le petit lieutenant, y Michel Bouquet al mejor actor por su papel del presidente Mitterrand en El paseante del Champ de Mars. Mar adentro, de Alejandro Amenábar, no logró el premio al mejor filme extranjero, que fue para Million dollar Baby, de Clint Eastwood.
La ceremonia arrancó con 20 minutos de retraso, los que tardaron los llamados "intermitentes del espectáculo" en exponer sus reivindicaciones ante la platea y ante un ministro de Cultura que sabe que ese conflicto, que estalló en 2002 y sigue sin resolverse, contribuye a gangrenar la confianza de un sector que también se inquieta por los problemas de derechos de autor generados por el peso cada vez mayor de la piratería a través de Internet y por la disminución del número de espectadores que ha conocido el año 2005.
La película ganadora de Jacques Audiard es un policiaco de gran calidad. En ella se nos cuenta cómo un especulador inmobiliario de poca monta pero de métodos mafiosos logra escapar del mundo del delito gracias a la música. De battre mon coeur s'est arrêté (Mi corazón ha dejado de latir) es un filme original, atrevido e innovador, muy sombrío y muy exacto, en el que sorprende el atrevimiento de las elipsis propuestas por su director. Es una gran película de autor, pero no un gran filme popular, pues necesita, para ser paladeado, de un espectador atento y partícipe, que disfrute con los riesgos aceptados por su autor. Audiard es hijo de un gran guionista francés, Michel Audiard, mucho más atento a las frases que a los problemas de construcción del relato. En la actualidad, los libros de máximas del padre, entresacadas de sus guiones, se venden con gran éxito, pero el hijo, a pesar de continuar el oficio paterno, lo ha desarrollado hacia otra vertiente.
Para Natalie Baye, que llevaba 23 años sin ganar ningún César, el premio a la mejor interpretación femenina no sólo es justo, sino lógico. En la película encarna a una policía que lucha contra su pasado alcohólico para ganarse de nuevo la confianza de un colectivo machista y que no perdona los deslices. Xavier Beauvois, el director de la cinta, confirma también su talento para crear personajes y dejar respirar a sus intérpretes. Para Bouquet, que treinta años atrás fue el intérprete ideal de Chabrol, el César nos recuerda que no sólo es un formidable actor en el teatro, sino que pocos como él consiguen ser lo que quieren delante de la cámara sin necesidad de recurrir a ningún elemento suplementario de maquillaje.
La mejor primera película francesa de 2005, siempre según el criterio de los casi 3.000 profesionales del sector, es Le cauchemar de Darwin (La pesadilla de Darwin), un excelente documental que pone en evidencia, a partir del caso concreto de la introducción de una nueva especie en un lago africano, de los desastres ecológicos del mundo moderno, de los límites del catecismo liberal y, sobre todo, de las conexiones inesperadas que pueden llegar a producirse en una economía abierta: entre conservas de pescado y tráfico de armas.
El francés de origen rumano Radu Mihaileanu, con su estupenda Va, vis y deviens, ganador del premio al mejor guión, también ve reconocidos los méritos de su fábula sobre los problemas de identidad: nacional, étnica y religiosa. Mihaileanu vive en Francia con su familia desde que escapó a la dictadura de Ceaucescu. Su cine, que conjuga humor y una gran capacidad para resumir lo sustancial de determinados momentos históricos, está muy influido por la experiencia dramática de su padre, superviviente de las deportaciones a los campos nazis. En esta oportunidad se ha interesado por los casos de racismo que se dan en la sociedad israelí contra refugiados sudaneses de origen judío.
Como mejor filme extranjero fue escogido Million dollar baby, de Clint Eastwood, que competía, entre otras, con la española Mar adentro, de Alejandro Amenábar. De momento, sólo Pedro Almodóvar, en dos ocasiones, por Tacones lejanos y Todo sobre mi madre, ha conseguido ganar la escultura ideada por el escultor César y que da nombre a los premios.
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