_
_
_
_
Reportaje:Historia del Arte

El Cinquecento

EL PAÍS presenta mañana, sábado, por 9,95 euros, el sexto volumen de la Historia del Arte, segundo de los dedicados al Renacimiento

Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, Durero, Holbein y otros muchos más... Nunca la Historia del Arte había dado tal cosecha de grandes genios en el mismo momento histórico, a principios del siglo XVI, en el Cinquecento, el periodo más famoso del arte en Italia y en toda Europa, sexto volumen de la Historia del Arte de EL PAÍS que se pone a la venta mañana sábado.

El gran Leonardo había inaugurado el periodo de los grandes hallazgos: el estudio de las matemáticas para comprender la perspectiva y el de la anatomía para dibujar los cuerpos. El horizonte era infinito y los artistas del Renacimiento se adentraron en él con la ambición de que la sociedad les considerara maestros. De nuevo, como en el Quattrocento, eran los mecenas los que encumbraban a pintores, escultores y arquitectos, porque todos quería conseguir un mausoleo, una virgen para el altar de su capilla, un retrato, algo con lo que proyectar su poder a través de los siglos.

Si Florencia fue la capital de las artes en el siglo XV, Roma ocupó su puesto en el XVI. El papel de los Papas de Roma contribuyó a fomentar el arte por el arte. Empeñados en obras de embellecimiento de la ciudad, la corte pontificia era el lugar soñado para el verdadero creador. Julio II quiso legar una maravilla al mundo y ordenó demoler la basílica situada en el lugar en el que, según la tradición, estaba enterrado San Pedro, y ordenó levantar en su lugar una iglesia imponente. Aquella decisión precipitó la Reforma de Lutero, pues la nueva basílica era un pozo sin fondo y el Papa tenía que recaudar dinero vendiendo indulgencias, bulas, perdones y absoluciones.

Los pintores también acudían a Roma a trabajar en la corte papal. Una de las figuras que hizo famoso el arte italiano del XVI fue Miguel Ángel Buonarroti, 23 años más joven que Leonardo, al que le sobrevivió en 45. Aprendió pintura en el taller de Ghirlandaio y en la fabulosa colección que atesoraban los Médici pudo empaparse de la obra de los escultores griegos y romanos. Florencia organizó un combate pictórico entre Leonardo y él. Les encargó a ambos la pintura de una de las salas del Consejo de la ciudad. El duelo jamás se produjo. Leonardo regresó a Milán y Miguel Ángel fue llamado a Roma por el Papa Julio II. Allí, el genio de carácter rudo, impetuoso y algo lunático, pintó durante cuatro años un enorme fresco sobre el techo de de la capilla mandada construir por Sixto IV. Debía trabajar echado de espaldas mirando hacia arriba y cuentan que llegó a adaptarse tanto a esta posición que cuando recibía una carta para leerla tenía que echar la cabeza hacia atrás.

En 1512, dio por concluida la pintura de la Capilla Sixtina y se afanó en otro de sus grandes proyectos, el mausoleo de Julio II que adornó con figuras d

Retrato de un caballero, de Vittore Carpaccio (Colección Thyssen, Lugano)
Retrato de un caballero, de Vittore Carpaccio (Colección Thyssen, Lugano)
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_