El rostro moderado de los integristas
Ismail Haniya será el encargado de aplicar la línea más pragmática de los fundamentalistas
Residente en el mísero campo de refugiados de Shati, adyacente a la ciudad de Gaza, donde nació en 1963, Ismail Haniya, profesor de Religión en la Universidad Islámica, será el primer ministro encargado de ejecutar la línea más pragmática que se impone ahora, una vez que el movimiento Hamás se apresta a formar Gobierno. Ayer se reunió con dirigentes de Yihad Islámica y representantes del Frente Popular para la Liberación de Palestina. Los primeros excluyeron formar parte del Ejecutivo. Los segundos están dispuestos. Pero el objetivo de Haniya siempre ha sido, a diferencia de las pretensiones de otros correligionarios, atraer a Al Fatah (el partido que ha gobernado desde la creación de la Autoridad Nacional Palestina hace una década y derrotado ahora en las urnas) al seno de un Ejecutivo de unidad nacional. Haniya se entrevistó anoche con el presidente, Mahmud Abbas, y anunció después que hoy recibirá oficialmente el encargo para formar Gobierno.
Nada hace prever que la tregua que el movimiento fundamentalista respeta desde hace 13 meses vaya a quebrarse ahora que Hamás está en el Gobierno. El perfil de Haniya es el adecuado para la nueva labor política que emprenden los islamistas. Aunque sin renunciar a los postulados inquebrantables, por el momento: rechazo al reconocimiento formal de Israel y negativa rotunda al desarme.
Como la mayoría de dirigentes de Hamás, Haniya, padre de siete hijos, ha sufrido varios años en cárceles israelíes y padecido un intento de asesinato mientras almorzaba un día de 2003 con el jeque Ahmed Yasin, finalmente abatido en 2004 por la aviación israelí. Y fue uno de los 452 militantes islamistas deportados al sur de Líbano en 1992. Su desconocimiento del inglés le ha relegado en las relaciones con los medios a favor del radical Mahmud Zahar, una cara más conocida pero que ahora ejercerá funciones menos vistosas. En Shati ningún chaval ignora dónde vive el futuro jefe del Ejecutivo. Es el sello de los mandamases de Hamás: sus estrechos vínculos con los más desfavorecidos.
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