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Reportaje:NOTICIAS Y RODAJES | 56º FESTIVAL DE CINE DE BERLÍN

Chabrol y Lumet no convencen con sus historias judiciales

El aburrimiento se impuso en la jornada de ayer

En todos los festivales tiene que aparecer algún día la peor película de todas, y en esta competición, la china Isabella difícilmente será ya superada: se lleva la palma, de momento. También existe en los festivales ese día especialmente flojo, en el que astros y dioses se ponen de acuerdo para inundarlo de aburrimiento. Ayer coincidieron ambos aspectos. Vimos esa peor película de la competición, acompañada, además, de dos decepciones, aunque de distinto signo. Ni Claude Chabrol ni Sidney Lumet, veteranos con grandes obras en su carrera, dieron la talla de lo que de ellos se esperaba. Fue un día un tanto triste.

Al menos Claude Chabrol tiene ironía y desparpajo, lo que demuestra en L'ivresse du pouvoir, aunque sólo en pequeñas dosis. La juez que interpreta graciosamente Isabelle Huppert acaba haciendo un corte de mangas al sistema judicial, tan corrompido como los financieros a los que ella desearía haber llevado a la cárcel. La película avisa de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, pero sin duda es otra socarronería de Chabrol: los escándalos de enriquecimientos personales que denuncia, logrados con misteriosos encajes de bolillos en la llamada macroeconomía, están a la orden del día en la mayoría de países: la alianza entre altos capitostes y miembros del Gobierno (francés, en este caso) para llevárselo crudo. En el catálogo del festival se hace referencia al escándalo del consorcio francés del petróleo Elf Aquitaine como posible referencia a lo aquí se cuenta, pero eso no importa tanto como la ausencia de vigor en el relato. L'ivresse du pouvoir es un filme desmayado, como de trámite, que nos simpatiza sólo por el recuerdo del buen cine que Chabrol nos ha regalado en otras ocasiones. Una pena.

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Por su parte, Sydney Lumet ha regresado a las pantallas tras varios años de silencio, también con afán de recordarnos su mejor época, especialmente Doce hombres sin piedad, de 1957. Allí se trataba de las discusiones del jurado, y aquí, del juicio mismo, el más largo en la historia de Estados Unidos: duró más de 600 días. La película produce una similar sensación de eternidad. A lo largo de un poquito más de dos horas, Lumet ilustra el juicio contra 20 miembros de una banda mafiosa, que tuvo la particularidad de que uno de ellos (interpretado por Vin Diesel) se defendiera a sí mismo. Un bravo por Lumet, que continúa en activo a los 82 años, pero Find me guilty está bien lejos de sus viejos riesgos: la monótona sucesión de declaraciones y réplicas, la escasa valía del actor principal (¡a saber lo que dice el jurado!) y el escaso atractivo de la trama no aumentan su gloria.

Pero si hay que hablar de cine sin garra, anodino hasta el bostezo, anoten el título de Isabella, del hongkonés Pang Ho-Cheung. Se sitúa en Macao poco antes de su incorporación a la República China, y habla de un policía y de la chica que liga en una boite, que resulta ser su hija. A él le persiguen por corrupto y ella ha perdido a su perrita Isabella, a la que busca dando gritos. Lo peor no es esto, sino que no sabemos si el perro que al final ella tiene en sus brazos es realmente el que buscaba, lo que probablemente no importará al público chino admirador de la actriz, precisamente llamada Isabella, que es allí una cantante que arrasa.

Así las cosas, la revista diaria Screen International ha hecho público su desencanto por el nivel de la sección a concurso. Ha habido, y aún seguramente habrá, buenas películas, pero la media ya no se salva. Advirtamos que el sondeo de Screen fue anterior a la película china.

Claude Chabrol e Isabelle Huppert, en la Berlinale.
Claude Chabrol e Isabelle Huppert, en la Berlinale.ASSOCIATED PRESS

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