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Cheney: "Yo apreté el gatillo, disparé contra mi amigo"

El vicepresidente de EE UU relata el incidente en el que hirió a un abogado republicano

Yolanda Monge

El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, compareció ayer ante las cámaras de la cadena de televisión Fox, pero no en directo. Se grabó la entrevista y en el informativo de las dos de la tarde (hora local, seis horas más en la España peninsular) se ofreció un brevísimo extracto de la misma. "Fue uno de los peores días de mi vida", dijo Cheney. Y entonó el mea culpa: "Yo apreté el gatillo, yo disparé contra mi amigo".

El resto se aireó a las seis, en horario de máxima audiencia. Cheney asumió entonces su "entera responsabilidad" y afirmó que se hizo lo correcto al aplazar la difusión del incidente. Según su relato, sólo "quería asegurarse de que el suceso se explicaba de la manera más exacta posible".

Era la primera vez que el vicepresidente de Estados Unidos hablaba para el país para explicar lo ocurrido el pasado sábado a partir de las 17.30, cuando de forma fortuita disparaba sobre un amigo cuando ambos se encontraban de cacería en Tejas. Ante la avalancha de críticas por su falta de respuesta, Cheney decidió ayer dar un paso al frente. Lo hizo casi cinco días después de que disparase contra Harry Whittington, 78 años, y tras un secretismo de más de 20 horas en informar de lo ocurrido que ha levantado voces de protesta, incluso desde las filas republicanas. Whittington, simpatizante republicano, fue alcanzado el sábado por unas 200 postas cuando Cheney, al parecer, se dio la vuelta para disparar a una bandada de codornices y en cambio dio a Whittington, quien no anunció "su posición".

Pero el suceso no se hizo público hasta el domingo. Y se encargó de ello la dueña del rancho, Katharine Armstrong -quien informó al periódico local Corpus Christi Times, en la mañana del domingo- y no la Casa Blanca. Cheney justificó ayer el por qué. "Katharine era la persona más idónea para informar porque era mi testigo y porque no me acompañaba nadie de mi oficina de prensa". Asumió el vicepresidente toda la responsabilidad. "Al final, yo soy el que apretó el gatillo y disparé a mi amigo. Viví uno de los peores momentos de mi vida. No olvidaré jamás la imagen del señor Whittington derrumbándose". "Sangraba, no hablaba", explicó el vicepresidente, quien agradeció el hecho de que siempre le acompañe un médico, quien asistió de urgencia a Whittington herido.

Cheney declaró no haber probado ni una gota "de alcohol" antes de salir a cazar. Y manifestó: "El herido está más preocupado por mí que por él mismo". Con la pactada entrevista se zanja que el vicepresidente haya dado la cara. Pero los tres últimos días han dejado más que claro algo que aunque cierto no era demostrable: el vicepresidente Cheney juega con sus propias reglas. The Wall Street Journal editorializaba ayer: "¿Es que la gente de Bush todavía no ha entendido que es peor encubrir que decir la verdad?"

Para el diario The Washington Post, éste es el último ejemplo de hasta "qué grado ha llegado la costumbre de Cheney de vivir en su propio mundo dentro de la Casa Blanca de Bush -rodeado de su propia gente, confiando en sus propios instintos, no comunicando nada-". Desde su tribuna de opinión, David Ignatius sentenciaba ayer: "Cheney vive en la arrogancia del poder". "El mejor ejemplo es la tardanza en informar al país". Nadie murió en el rancho tejano. "Pero el incidente me recuerda al retraso que se produjo al informar a las autoridades de Massachussets sobre el papel que jugó el senador Edward Kennedy en un fatal accidente de coche en Chappaquiddick en 1969". Aquella historia, y docenas de otras similares sobre la familia Kennedy, ilustran cómo la gente poderosa y rica puede actuar como si estuviera por encima de la ley, recordaba Ignatius desde las páginas del Post.

El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, durante la entrevista de ayer con la cadena Fox.
El vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, durante la entrevista de ayer con la cadena Fox.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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