Las FARC tratan de frenar la erradicación de coca en Colombia
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) atacaron el lunes pasado a las unidades gubernamentales (Policía y Ejército) que protegen a los campesinos que erradican manualmente la coca en la Serranía de la Macarena, al sur de Bogotá. Seis policías murieron y otros tantos quedaron heridos, igual que uno de los campesinos dedicado a las labores de erradicación.
El ataque ha supuesto un duro revés para una operación con la que se prevé erradicar unas 4.500 hectáreas de coca plantadas en esa zona del país, un macizo de gran riqueza de biodiversidad y, desde hace años, refugio de las FARC, el grupo guerrillero más numeroso y antiguo.
El pasado 19 de enero, 930 campesinos dedicados a la erradicación de coca se pusieron manos a la obra protegidos por 1.500 policías y un millar de soldados que, previamente, "limpiaron" de minas el terreno de los cultivos. La semana pasada, unos 280 de esos campesinos abandonaron su trabajo alegando que había mucha desorganización y que las condiciones laborales eran muy malas. Ahora, tras el ataque de las FARC, se esperan más deserciones en este "batallón" de hombres, a pesar de que por trabajar de sol a sol ganan unos 27.000 pesos -unos 10 euros-, más del doble del salario que se cobra en el campo. El comandante de la policía, general Jorge Daniel Castro, indicó que el ataque era previsible. "Nos metimos en la casa de ellos [de las FARC]", dijo. Las autoridades colombianas, en un intento de evitar que la guerrilla ataque de nuevo, envió más efectivos a la zona, tanto policías como militares. También señalaron que los trabajos de erradicación no se suspenderán.
Por otra parte, Ramón Isaza, el paramilitar más veterano del país y, desde hace un año, comandante general de este grupo criminal, entregó ayer su arma. Isaza, un campesino de 66 años, dejó la lucha armada junto a mil de sus combatientes en un pequeño caserío de Puerto Triunfo, en la zona del Magdalena Medio. Allí, en 1978, se creó el cuerpo paramilitar que sirvió de germen para constituir las Autodefensas de Colombia (AUC), un fenómeno que, aliado al narcotráfico, se extendió por todo el país, dejando miles de muertos y desaparecidos a su paso.
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