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Los Países No Alineados intentan suavizar la resolución de las grandes potencias contra Irán

Una propuesta encabezada por Malaisia, Suráfrica y Cuba obliga a aplazar la votación

Los Países No Alineados, que ocupan 17 de 35 asientos de la Junta de Gobernadores del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), la agencia de la ONU encargada de evitar la proliferación nuclear, forzaron ayer un nuevo aplazamiento de la votación de una iniciativa europea para llevar a Irán ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Con el trío integrado por Malaisia, Suráfrica y Cuba a la cabeza, los No Alineados propusieron una enmienda para descafeinar la resolución redactada por los europeos, que cuenta con el apoyo de EE UU, Rusia y China. Su propuesta obligó a realizar nuevas consultas diplomáticas y a celebrar otra sesión, donde quizá se vote en la mañana de hoy.

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El movimiento de los No Alineados quería suavizar el lenguaje del texto europeo e incluso pretendía la eliminación de su punto 2 en el que textualmente se "pide al director general [del OIEA] que informe al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que la Junta [de Gobernadores] solicita estas medidas de Irán [el fin de toda actividad nuclear relacionada con el enriquecimiento de uranio y la puesta en práctica de medidas de transparencia] y que ponga en conocimiento del Consejo de Seguridad todos los informes del OIEA y las resoluciones que ha aprobado sobre esta cuestión".

Esta pretensión resultaba imposible de satisfacer desde el punto de vista de europeos y norteamericanos, comentaban fuentes diplomáticas, conscientes de que ya habían rebajado el lenguaje de su propuesta el pasado lunes en Londres para alcanzar un mínimo común denominador aceptable para Rusia y China.

Las potencias occidentales no manifestaron su contrariedad por estas propuestas, según fuentes diplomáticas europeas, ya que el principal objetivo era lograr el máximo consenso, como marca la tradición en la toma de decisiones del OIEA, o al menos el mayor número de votos favorables a su resolución. Venezuela, Cuba y Siria ya anunciaron el jueves que votarían en contra.

Además, como señalan las citadas fuentes, "lo importante para EE UU es que el dossier iraní llegue al Consejo de Seguridad de la ONU. Nadie se acordará dentro de unos meses si llegó por consenso o con muchos o pocos votos. Lo importante es que estará allí y se abrirá una nueva dinámica diplomática". Sacar el caso de si Irán cumple o no con sus obligaciones como país firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) del marco técnico de negociación del OIEA para pasarlo a una instancia superior, y mucho más política como es el Consejo de Seguridad, es una de las grandes preocupaciones de los No Alineados. Éstos temen no sólo que se pueda repetir un fiasco como el de Irak sino que el camino seguido hoy por Irán -la posibilidad de que se le impongan sanciones- sea el que les toque andar a ellos el día de mañana.

Por su parte, los iraníes formularon ayer en Viena una nueva advertencia a la comunidad internacional. Javad Vaedi, vicedirector del Consejo de Seguridad Nacional de Irán, declaró en rueda de prensa que la aprobación de la resolución "mataría" la propuesta de Rusia consistente en realizar todo el proceso de enriquecimiento de uranio -el que puede llegar a servir para fabricar armas atómicas- en suelo ruso y luego trasladar el combustible sólo útil para fines industriales civiles a Irán.

Dicha propuesta es bien vista por varios países y rusos e iraníes tienen previsto celebrar otra reunión sobre la materia el próximo día 16 en Moscú. Vaedi aseguró que su Gobierno estaba totalmente dispuesto a seguir negociando la oferta rusa, pero que no habría caso si se aprobaba el texto europeo.

El dirigente iraní reiteró EE UU y Europa de "matar" también "la vía diplomática" y de estar a punto de "cometer un error histórico". Añadió que el Parlamento iraní aprobó recientemente una ley que obliga al Gobierno a suspender toda cooperación con el OIEA si su programa nuclear es llevado ante el Consejo de Seguridad.

De cumplirse la amenaza iraní de suspender toda cooperación con el OIEA se le complicarían bastante las cosas a Mohamed el Baradei, director general del organismo atómico de la ONU, quien debe presentar un informe detallado sobre las actividades e instalaciones nucleares de Irán en una nueva sesión de la Junta de Gobernadores prevista para el próximo 6 de marzo. Si los inspectores -cientos de ellos han visitado Irán en los últimos tres años- no tienen acceso a las instalaciones, difícilmente podrá la comunidad internacional verificar si Teherán está desarrollando un programa de armas atómicas.

El embajador iraní ante el OIEA, Alí Akbar Salehi, antes de comenzar la reunión de Viena.
El embajador iraní ante el OIEA, Alí Akbar Salehi, antes de comenzar la reunión de Viena.EFE

Las sanciones tendrán que esperar

La implicación del Consejo de Seguridad de la ONU en la crisis nuclear iraní no implicará la imposición a corto plazo de sanciones al Gobierno de Teherán. Previsiblemente pasarán bastantes meses antes de que se compruebe que Irán incumple sus obligaciones como país firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) -que, efectivamente, está desarrollando armas atómicas- y de que las grandes potencias se pongan de acuerdo, si es que lo hacen, sobre las sanciones. Rusia y China, que respaldan la resolución europea y mantienen excelentes relaciones económicas con Teherán, podrían ser muy reticentes a la hora de emplear mano dura contra los ayatolás.

Además, y aparte del juego diplomático que se desarrolle en el futuro en la sede de la ONU en Nueva York, también Europa y EE UU se verán enfrentados a varias limitaciones para actuar. Entre ellas, el alto precio actual del petróleo, que aún podría subir más en caso de crisis abierta, y la capacidad del régimen de Teherán para desestabilizar toda la región de Oriente Próximo. No sería muy difícil para los iraníes provocar un levantamiento de los chiíes en Irak y aumentar la presión sobre las extenuadas tropas norteamericanas, complicar la situación en Líbano de la mano de sus protegidos de Hezbolá e incluso fomentar la intolerancia de Hamás en Palestina.

Por otra parte, la experiencia en otros conflictos -la Suráfrica del apartheid, la Cuba de Castro- no augura que las sanciones internacionales vayan a ser efectivas. El embargo impuesto por EE UU al poco de triunfar la revolución islámica de Jomeini en 1979 ha trastornado más a los iraníes de a pie que al propio régimen, y el vacío dejado por las compañías norteamericanas en cuanto a transferencia de tecnología o repuestos ha sido ocupado por firmas europeas o japonesas.

Descartada la imposición de cualquier barrera a la exportación de petróleo iraní -suponen el 60% de los ingresos del régimen-, ya que a quien se castigaría sobre todo sería a grandes países importadores como China, India y Japón, quedan pocas opciones. Los expertos señalan que los flancos más vulnerables de Irán son la industria automovilística, que adquiere los componentes en el extranjero, y, paradójicamente, la gasolina. Pese a contar con unas de las reservas mayores de petróleo del mundo, la ausencia de capacidad de refino obliga a Irán a importar el 40% de la gasolina que consume. Esta carencia, argumentan los iraníes, es una de las razones que les ha llevado -segunda gran paradoja- a querer desarrollar su propia energía nuclear, que es el origen de todo el conflicto.

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