¿Se han fijado alguna vez?
Así empiezan. Con la frase "¿Se han fijado alguna vez?". Y a continuación te explican por qué las mujeres van siempre juntas al lavabo. O por qué los hombres no cambian nunca el rollo de papel higiénico. O por qué es difícil programar el vídeo. Luego, después de las risas, dicen: "No, no, en serio...". Se trata de los monologuistas.
¿Se han fijado alguna vez en que no queda ningún programa nocturno sin monólogo? No, no, en serio. Desde que el programa El club de la comedia encumbró a monologuistas de la talla de Milikito, Bermúdez o Manel Fuentes, el monólogo es un género de masas. Lo llaman humor inteligente, expresión que han utilizado todos los humoristas del mundo para hablar de su trabajo, excepto, tal vez, Jaimito Borromeo. Ya hay marcas de whisky que patrocinan maratones de monólogos y concursos de televisión para monologuistas amateurs. No queda show nocturno sin monologuista ni queda situación cotidiana que no haya sido objeto de monólogo. Pongamos, la suegra. "Ejque llegas, te echas en el sofá con tu birrita y lo notas más blandito que de costumbre. 'Vaya', te dices, 'mi churri ha comprado en la teletienda uno de esos aparatos para hacer masaje de glúteos y no me lo ha dicho'. Le intentas dar al botón, pum, pum, para el masajito y te suelta un sopapo. Es tu suegra, que está roncando en tu sofá como una foca monje". (Risas). "Bueno, en realidad no es una foca monje. De monje nada. ¡Ella es toda la congregación religiosa, monaguillo incluido!" (risas y aplausos).
Al buen monologuista sólo tienes que decirle: "Funcionarios", para que coja aire y diga: "El funcionario es el único animal que desayuna tres veces al día". (Risas). Al buen monologuista sólo tienes que decirle: "Animales raros", para que se siente en el taburete y suelte: "¿Se han preguntado alguna vez por qué existen las jirafas? No, en serio. ¿Por qué cuando Dios creó el mundo creó un animal tan absurdo como la jirafa? Pues porque la hizo el angelito becario". (Risas) "El chavalote le dijo al arcángel de guardia: 'Oye, Gabri, que me sobran unas manchas y se las voy a poner a la girafa'. Y el otro, que estaba viendo el partido en el Canal Satélite Celestial va y le dice: 'Vale. Te dejo a ti haciendo el cuello de la girafa a la voz de ya, que, como no tienes sexo, con algo te tienes que entretener". (Risas).
Desde luego, no todo son monologuistas con perilla. También hay mujeres monologuistas, que se caracterizan por ser graciosas pero no guapas y por poner voz de Verónica Forqué. Anteayer vi a una que explicaba un día en la playa nudista. No, en serio. Sólo vi el principio, pero seguro que continuaba así: "Oye, que ves a todos los tíos de la playa babeando por esa rubia teñida y te dan ganas de gritar: Si se os cae la baba, al menos pasad el mocho que me estás dejando la arena perdida." (Risas). "¡Porque esa rubia era de bote! Que eso lo noto hasta yo ¡y eso que tengo una sola neurona!". (Lo de la neurona es imprescindible).
Pero hubo una época en que el monólogo no estaba de moda. Era como de pobre. Y en esa época, Pepe Rubianes hacía monólogos. Desde luego, no eran una sucesión de chistes costumbristas, amables y banales. Rubianes se inventó un mundo con tapas que se quedaban solas en el bar y hacían una fiesta o centuriones romanos contra el sistema. Eran monólogos que comunicaban una gran alegría de vivir y explicaban el mundo. Por eso, ahora siento como si Rubianes tuviera competencia desleal. (Incluso uno de estos monologuistas, Daniel Pérez, le calca la voz y los gestos). Pero me alegro mucho. Porque tal vez a causa de la competencia desleal, Rubianes se ha puesto a dirigir un extraordinario espectáculo de teatro-documento: Lorca eran todos. Y cosa insólita en los tiempos que vivimos, es serio pero no es cursi. Así que quiero dar las gracias a Bermúdez y a Milikito por el espectáculo de Pepe Rubianes. Y también gracias a vosotros. Sois un público fantástico.
moliner.empar@gmail.com
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