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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un acuerdo, al fin

Los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP, recompusieron ayer su acuerdo sobre la reforma del Estatuto valenciano, horas antes de que se iniciara su tramitación en la Comisión Constitucional del Congreso. Los socialistas habían mostrado su disposición a respaldar enmiendas de IU y varios partidos nacionalistas sobre dos de los 92 artículos del anteproyecto. Ambas formaciones, PP y PSOE, que suman 43 de los 49 escaños del Parlamento autonómico, han terminado por ceder algo en aras del consenso.

Una de las enmiendas proponía sustituir la expresión "idioma valenciano", incluida en el nuevo texto, por la de "valenciano" a secas, como figura en el actualmente vigente. La discusión es puramente nominalista, porque la competencia para establecer la consideración del valenciano la atribuye el propio Estatuto a la Acadèmia Valenciana de la Llengua, que ya ha dicho que valenciano y catalán son variantes del mismo idioma. En todo caso, y ante la resistencia del PP, los socialistas han renunciado a defender la enmienda.

La otra planteaba rebajar del 5% al 3% el tope mínimo para obtener representación parlamentaria. La barrera del 5%, la más elevada de todas las comunidades (con excepción de la uniprovincial Madrid), produce una fuerte distorsión: en 2003, partidos que representaban más del 11% de los votantes valencianos se quedaron fuera del Parlamento regional. Si se rebajase al 3%, una o dos formaciones que ahora están fuera obtendrían algún escaño, en perjuicio de los dos grandes. El acuerdo logrado ayer remite la cuestión a la ley electoral -como estaba hasta ahora-, aunque con el compromiso de aumentar a dos tercios la mayoría requerida para modificar el tope que esa norma establece. Esto es más lógico que fijar un tope preciso en un Estatuto con vocación de durar.

El PP había acusado a los socialistas de apoyar ambas enmiendas por sus compromisos con los nacionalistas catalanes, y en particular con ERC. A la luz del desenlace, sin embargo, lo que se constata es que el PSOE ha renunciado a hacer cuestión de la lengua y que sobre el otro asunto ha propuesto una fórmula que sus aliados han tachado de "solución vergonzosa" y "traición". Ello significa que, a la hora de la verdad, los socialistas (que tienen 35 escaños en las Cortes valencianas) han sido coherentes con el criterio que enunciaron: que intentarían ampliar el consenso incorporando a IU (6 escaños), pero que no lo harían al precio de poner en riesgo el consenso con el PP (48).

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