La gran cantera de los inmigrantes
Los dirigentes deportivos auguran que el futuro pasa por los nacionalizados - El CSD ha instado a las federaciones a suprimir las trabas existentes para que puedan competir - En España residen numerosas promesas en distintas disciplinas
A José María Odriozola, presidente de la Federación Española de Atletismo, le basta una sola frase para entrelazar las palabras inmigración y deporte : "Los inmigrantes son la única esperanza que tiene el deporte español en el futuro". España es el país de la Unión Europea que más extranjeros ha acogido en el último año: 652.300 personas. Ya suman un total de 3,7 millones. Dos de cada cinco niños o adolescentes que hacen deporte como aficionados en Madrid no ha nacido en España. Unos datos extrapolables a todas las comunidades españolas. Son el futuro del deporte de élite...y del de base.
Sin embargo, todavía no lo tienen fácil para practicar sus disciplinas. El pasado noviembre 59 federaciones madrileñas firmaron un manifiesto por el que abolieron toda traba burocrática. Pero en muchos casos, ahora, chocan con los estatutos de sus federaciones nodriza, que les prohíben competir. Y eso que el CSD, hace seis meses, remitió una circular en la que instaba a todas a derogar los artículos restrictivos. "Casi todas nos han hecho caso", dicen desde el máximo órgano deportivo español.
Hasta hace poco, en atletismo, los chicos extranjeros que ganaban no podían subir al podio
Lissavetzky: "En los países avanzados cuesta que los niños se apliquen en el esfuerzo"
Sólo el 37% de los españoles hace deporte un día a la semana. "Cada vez es más frecuente que se mezclen los colores entre nuestros chavales", comenta con cierto casticismo Julián Muñoz, responsable de las categorías inferiores del Atlético. Y cita a un muchacho venezolano, a un británico, a un nigeriano criado en Salamanca... Y así. "Cada día suponen un porcentaje más alto de la gente que seguimos", confirma José Antonio Martín Otín, representante. Y cita a Fernando Guerrero, ecuatoriano y jugador del Madrid o a los hermanos Djily y Winde, de origen senegalés y acento sevillano.
Desde el Consejo Superior de Deportes (CSD), a la deserción de los niños a la actividad física, lo llaman "ralentización de la práctica deportiva". Los porcentajes de obesos entre la población infantil se disparan. El cambio de los hábitos de ocio, "la terrible Play Station" y la televisión en lugar de los juegos al aire libre tampoco favorece. En opinión de Jaime Lissavetzky, el secretario de estado para el deporte, "en los países más avanzados cuesta que los niños se apliquen en el esfuerzo". Una realidad que va a llevar a que por primera vez la educación física se cuele en el debate de la nueva ley educativa.
Antes, los extranjeros no podían competir en las categorías base. Y en algunas disciplinas siguen sin poder. En baloncesto argumentan que aún no han celebrado su asamblea anual, en la que cambiarán los estatutos. Pero esa misma federación ha creado una escuela "tecnificada" para fichar a chicos de los campeonatos municipales.
Así, se daban situaciones como las de los atletas, que sólo podían competir hasta semifinales. O si obtenían medalla, no subían al podio. "Se ponían a llorar", denuncia Odriozola. Esto, que antes se aplicaba con niños, sigue siendo igual para los mayores de 18 años. En fútbol, la reglamentación cambió hace menos de tres meses a instancias del CSD. Hasta entonces no podían jugar de Segunda B hacia abajo. Ahora hay un vacío legal, pero desde el viernes se ha abierto una brecha. A la espera de que resuelva la Federación Española, las delegaciones navarra, madrileña y andaluza han decretado una política de puertas abiertas. Así, el pasado viernes, el senegalés Mansour Diouf logró una licencia "excepcional" para jugar en Tercera, en el Peña Sport de Tafalla (Navarra).
La proliferación de extranjeros en las estructuras de cantera ha llevado a las federaciones a solicitar que se "agilicen las nacionalizaciones". Desde el CSD, el tema se trata "con cautela". Alguno de los miembros del gabinete del subsecretario dedica "una especial atención" a estos casos, "con todo el rigor, sin favoritismos, pero tratando de agilizarlos y manteniendo una relación fluida con la secretaría de inmigración". Las federaciones también han puesto el acento en este aspecto y tienen asesores especiales para orientar a los chicos. Hay un procediento de urgencia, llamado "carta de naturaleza" por el que la nacionalización es mucho más rápida. Una de las responsables de la concesión de esta gracia es la ex ministra de justicia Margarita Mariscal de Gante. Se aplica en casos excepcionales. Así se hizo español el saltador cubano Joan Lino Martínez, bronce en salto de longitud en Atenas. El Consejo no es partidario de este sistema. "No queremos nacionalizar para mejorar las estadísticas". Todos señalan a países como Qatar o Bahrein, que con su "compra" de atletas ya consagrados ha llevado a los organismos internacionales a modificar las reglas: ahora sólo se puede correr bajo bandera del nuevo país tres años después de haber jurado su constitución. Todos los analistas coinciden en señalar los puntos que hacen del deporte una buena base para la integración: "Somos iguales en calzoncillos", "en la cancha no hay barreras idiomáticas".
También, como señala Miguel Ángel Martín, promotor de deporte de la Comunidad de Madrid, "invierte los modelos de referencia, en vez de ser el centro de atención el más chulo, lo es el que mete más canastas". Por eso, algunos educadores utilizan el deporte como señuelo: "Se acercan a un grupo de inmigrantes pasándose el balón y al poco rato se monta un partidillo".
Una brillante lista de espera
Una hojita de papel reposa sobre la mesa del despacho de José María Odriozola. Es una lista. Una relación de nombres, de marcas...y de nacionalidades. Los chicos que figuran en esa tabla son una parte muy importante del futuro del atletismo en España. Son atletas pendientes de nacionalizarse, pero que viven desde hace muchos años, desde que eran unos niños pequeños, en España. Antes, unos años antes, en una lista semejante figuró el medallista de bronce en Atenas Francis Obikwelu. El velocista solicitó en una carta manuscrita la nacionalidad española cuando sólo tenía 17 años. Se entrenaba y residía -y se entrena y reside- en España. Al final, se hizo portugués.
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