Pasaporte del Este, corazón español
Becado en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (CAR), tenista de enorme proyección, Gueorgui Rumenov se prepara para afrontar su último maratón... burocrático. A sus 16 años, con 15 de residencia en España, su pasaporte sigue llevando el sello de Bulgaria, su lugar de nacimiento y también el de sus padres. Gueorgui, Jorko para sus familiares y amigos, desearía que no fuese así. Se siente y quiere ser español, pero, de momento, la burocracia se lo ha impedido. A la hora de tramitar la solicitud de nacionalidad, los cuatro torneos que conquistó el año pasado (la Ball, la Orange Ball y otros dos en Bélgica) no le han servido de nada. Como mucho, para arrancarle a la Federación Española de Tenis una nueva promesa de que le ayudarían a agilizar los trámites.
Jorko, una firme promesa, lleva 15 de sus 16 años residiendo en España
Pero la promesa, de nuevo -hace cuatro años que la repiten-, se ha quedado en eso y sus padres, Rumen y Daniela, han decidido hacerlo todo por su cuenta. Experiencia no les falta. Desde que llegaron a Alcobendas (Madrid), en 1991, se han dejado buena parte de su tiempo en las colas de inmigración. Y eso que su llegada -la de Daniela y Jorko, pues Rumen, el padre, lo había hecho un año antes- coincidió con una ley de extranjería del entonces gobierno socialista que les facilitó las cosas. "Al poco de llegar nos pudimos acoger a aquella ley y enseguida legalizamos nuestra situación. Entonces, todo era más fácil: te exigían menos cosas y te daban más tiempo", cuenta Daniela.
Con Jorko no sucedió lo mismo. Por desconocimiento, sus padres no le solicitaron el permiso de residencia hasta que al niño, con cuatro años, le tocó ir a la escuela. "Entonces, no sabíamos que esos cuatro años no le contarían y retrasarían todo el proceso", confiesa Daniela. Tanto es así, que Jorko no ha podido disputar nunca una competición oficial representando a España. "Eso es lo que más me ha molestado: no poder competir con la selección en algún torneo", admite Jorko que, sin embargo, sí se ha proclamado campeón de España porque la Federación permite disputar los campeonatos a aquellos tenistas que hayan residido cinco años en el país. Con el pasaporte búlgaro, cada vez que disputa un torneo en países como Estados Unidos o Inglaterra, Jorko está obligado a viajar a Madrid -hace cuatro años que reside en el CAR de Sant Cugat- para solicitar el visado. Lo mismo sucede cuando tiene que renovar el permiso de residencia o hacer cualquier papeleo: todas requieren su presencia. "Es muy complicado", dice Daniela; "a veces, lo han requerido para alguna gestión cuando estaba en el extranjero disputando algún torneo y he tenido que ir yo a pedir que la retrasen, aunque, en teoría, hasta eso debería hacerlo él personalmente". Con Jorko, como recuerda su madre, no se ha buscado la nacionalización por carta de naturaleza -mucho más rápida-, como sucede con los futbolistas de Primera.
Pese a todo, Jorko nunca se ha planteado renunciar a la nacionalidad española y mantener la búlgara. "Me siento español porque llevo la vida de aquí", razona. "El papeleo es muy pesado, requiere mucho tiempo y paciencia, pero decidimos hacer un último esfuerzo porque no pensamos marcharnos de aquí y, además, nos evita un trámite no menos agotador: renovar las tarjetas de residencia", cuenta su madre, que obtuvo la nacionalidad española en octubre, después de dos años y medio de trámites. Esa circunstancia le ha abierto el cielo a Jorko, justo cuando cumplía los diez años requeridos para poder solicitar la nacionalidad por la vía de la residencia. La nacionalización de su madre le ha permitido tramitar la suya por opción, una vía mucho más rápida que la anterior. La semana pasada, Jorko viajó a Madrid para presentar los últimos documentos para su nacionalización. Confía en que, en primavera, recibirá la notificación para renunciar a la nacionalidad búlgara y obtener la nueva.
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