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Reportaje:EL PAÍS | MOZART

Giulini y 'Don Giovanni'

EL PAÍS ofrece el lunes y el martes la ópera 'Don Giovanni', y el miércoles, dos quintetos de cuerda, a 2,95 euros cada entrega

¡Menuda cosecha la del 87! ¡Qué plenitud musical la de Mozart a sus 31 años! Se hace referencia, por supuesto, al siglo XVIII. Que quede claro. De 1787 es Don Giovanni; de 1787 son también los dos quintetos de cuerda que complementan la oferta de esta semana de El PAÍS en su colección-homenaje a Mozart, cuyos volúmenes aparecen con el diario los lunes, martes y miércoles al precio de 2,95 euros.

Don Giovanni es probablemente la ópera más inquietante de Mozart, disputándose quizá esa distinción con el Réquiem y con Così fan tutte. El drama jocoso con libreto de Lorenzo da Ponte, bautizado posteriormente como "ópera de las óperas" por, entre otras razones, su complejidad, pone a prueba la sensibilidad y dominio de cualquier director musical. Carlo Maria Giulini estaba por encima del bien y del mal cuando realizó esta grabación en 1970. Siempre ha derrochado el maestro italiano una enorme transparencia y unas fuertes dosis de espiritualidad, virtudes ambas ideales para Mozart. No supuso esta ocasión una excepción. Su dirección es sencillamente magistral. Cuenta además con un reparto vocal de campanillas con Nicolai Ghiaurov como Don Giovanni, Sesto Bruscantini como Leporello, Gundula Janowitz como Donna Ana, Sena Jurinac como Donna Elvira y Alfredo Kraus como Don Ottavio. Sí, Kraus, nuestro Kraus. Y es que este Don Ottavio es de las pocas muestras que se tienen del tenor canario en el repertorio mozartiano, tal vez la más destacada junto al Ferrando de Così fan tutte con Kart Böhm grabado en 1962, también con un reparto de postín (Fiordiligi y Dorabella, las dos damas de Ferrara, eran nada menos que Elisabeth Schwarzkopf y Christa Ludwig). En algunas declaraciones, Alfredo Kraus ha manifestado que la causa de no haber cantado con mayor frecuencia obras de Mozart es que el público y los organizadores le demandaban más óperas belcantistas italianas o románticas francesas, títulos de Donizetti o Massenet, pongamos por caso, pero los escasos testimonios que quedan de sus prestaciones mozartianas son admirables, con su fraseo limpio y preciso, su timbre incisivo y su personalidad inconfundible.

Cuarenta segundos han tenido que suprimirse del recitativo previo al sexteto del segundo acto para que la ópera se pueda concentrar en dos discos compactos. Asimismo, el aria de Donna Elvira 'Mi tradi', de la que en algunas representaciones se prescinde por la pérdida de tensión dramática que supone, se lleva con la misma intérprete, Sena Jurinac, al volumen número 24 de la colección, dedicado a grandes cantantes históricos mozartianos y en el que la cantante yugoslava estará acompañada de ilustres colegas como Fritz Wunderlich, Victoria de los Ángeles o Elisabeth Schwarzkopf, entre otros. Pero como para eso quedan todavía unas semanitas, disfruten de momento con este Don Giovanni que está que se sale de belleza musical y vocal. La ópera es un pozo sin fondo de tesoros estéticos y a buen seguro que les va a exigir unas cuantas audiciones. No está de más subrayar que, como ha afirmado en uno de sus estudios sobre Don Juan el poeta Jacobo Cortines, "la voz de Don Juan hubiera quedado perdida entre sus propios ecos si la música no hubiese llegado en su socorro. Mozart, el Amado de Dios, fue el escogido para ello. Hoy la ópera de Mozart está entre los títulos más grandes de todos los tiempos, y mientras sigan oyéndose sus arias, Don Juan tendrá asegurada su inmortalidad". Vicente Molina Foix y Juan Lucas escriben los comentarios sobre Don Giovanni de estos volúmenes, lo que supone un sólido valor añadido.

Los quintetos número 2 en do mayor K.515 y número 3 en sol menor K.516 son, como se ha señalado más arriba, de la misma añada que Don Giovanni. Forman juntos, en palabras de Saint Foix, "como un gran fresco que debe contemplarse en su totalidad". Pero su carácter es complementario. En cualquier caso, estas dos obras maestras de la música de cámara de todos los tiempos encuentran una justa respuesta en las versiones del cuarteto Orlando, creado en 1976 y con sede en Holanda, aunque los instrumentistas son de diferente procedencia. A ellos se une en esta ocasión la japonesa Nobuko Imai como viola. Escribe las notas sobre las obras Maurizio Luppi, añadiendo a los análisis mozartianos una breve historia del quinteto de cuerda. En los capítulos biográficos siguen alternándose Arturo Reverter y Robbins Landon, mientras las sinopsis operísticas están al cuidado de Santiago Salaverri.

Carlo Maria Giulini.
Carlo Maria Giulini.EFE
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