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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hacia el pleno empleo

La evolución del mercado laboral español durante 2005 refleja fielmente el dinamismo mostrado por la economía durante los últimos años: una tasa de crecimiento superior al 3% -combinada con un intenso aumento del empleo-, derivada de una baja productividad, de la progresión de los mercados más intensivos en puestos de trabajo -como la construcción- y de la elevada temporalidad de los contratos. Durante el año pasado, la economía española creó 894.100 empleos, el 4,9% más que en 2004; el número total de ocupados llegó a 19.314.300 personas y la tasa de paro se situó en el 8,70%, un logro económico que se convierte en uno de los principales activos de la economía española. El lado oscuro hay que buscarlo en la mencionada tasa de temporalidad -en un año ha pasado del 30,8% al 33,7%- y en el ligero empeoramiento de la trayectoria del empleo en el último trimestre. Habrá que esperar a conocer los datos del primer trimestre de 2006 para apreciar si se trata de una desaceleración o sólo es un efecto estadístico.

Más información
El paro se redujo el año pasado hasta el 8,7%, la tasa más baja desde 1978

Estamos claramente ante una nueva situación del mercado de trabajo, caracterizada en principio por la proximidad al pleno empleo en varios mercados regionales. Navarra, Madrid y Aragón presentan tasas de desempleo ligeramente superiores al 5%, nivel que se considera como paro estructural en cualquier economía. Esta circunstancia permite encarar sin dilación el esfuerzo para acrecentar la productividad, puesto que ya no cabe la objeción poco fundada de que es necesario invertir en sectores intensivos en mano de obra para aliviar el problema del paro. Al mismo tiempo, la temporalidad es ya un problema grave, que requiere un debate inmediato y una disposición del Gobierno para adoptar medidas correctoras. Nadie tiene más temporalidad en Europa que España -el coste de dar empleo al flujo de inmigrantes es precisamente el aumento de la temporalidad-, con las consecuencias de inestabilidad social y económica que ello acarrea.

Un segundo problema de entidad es la diferencia de ocupación y calidad de empleo entre varones y mujeres. La tasa de paro femenino sigue descendiendo, pero casi dobla la del paro masculino y amenaza con enquistarse como una dualidad irreductible precisamente en las comunidades autónomas con menos nivel de renta. Como en el caso de la temporalidad, el desequilibrado desempleo femenino no podrá corregirse si el Gobierno y los agentes sociales no se deciden a aplicar medidas correctoras de fuste.

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