"Este triunfo es de Alá"
Los simpatizantes del Movimiento de Resistencia Islámica se echan a las calles para celebrar su arrolladora victoria
Medianoche del miércoles en Ramala. Cinco horas después del cierre de los colegios electorales y media hora después del anuncio de que la Comisión Electoral no difundiría datos provisionales hasta la mañana, una caravana de simpatizantes de Hamás apareció por una calle desierta. Varios jóvenes enarbolaban banderas verdes, gritaban consignas desde varios coches y hacían sonar sus bocinas. Lo habitual en las celebraciones en tierras palestinas. A esa hora, no se sabían vencedores. Ni uno solo de los sondeos a pie de urna, ninguna encuesta preelectoral, pronosticaban una victoria islamista.
Los propios militantes de Hamás no podían imaginar un triunfo de esta magnitud. Quizá por eso centenares de fieles del movimiento fundamentalista gritaron "¡Alá es grande!" cuando ayer, a primera hora de la tarde, en el corazón comercial de Ramala, una voz masculina proclamó por megafonía: "Hasta este momento, Hamás ha ganado 80 escaños". Esta primera celebración fue comedida y bastante improvisada. Todo el que se acercó por las sedes del partido vencedor sabía que la cita era en la mezquita Gamal Abdel Nasser, la principal de la ciudad, tras el rezo de la tarde, a las tres.
Saja, de 16 años, y su hermana mayor se apresuraron para unirse a la manifestación que marchó hasta la plaza Al Manara. Ambas hermanas se metieron entre las mujeres, a la cola, como siempre sucede en las marchas de Hamás. Las consignas eran diversas: "Adelante, Hamás", "Vuelve la gloria de la religión", o "El Parlamento será para Hamás". Todas ellas cantadas con una pegadiza música de fondo y saludadas con palmas. Tampoco olvidaron a sus vecinos: "Los judíos no duermen, tienen miedo todo el tiempo".
Abdalá, que se presenta como "un palestino de a pie", recibe a los visitantes en la sede de Hamás en El Bireh, una ciudad pegada a Ramala. Allí, y pese a que buena parte de los vecinos son cristianos, el movimiento islamista ya ganó las municipales de diciembre. Por eso este hombre de 32 años, barba cerrada y vestido de negro de pies a cabeza, que fue candidato del movimiento radical en las municipales, esperaba unos buenos resultados. Pero no una victoria, y menos con semejante contundencia.
Abdalá da una pista de por qué los sondeos erraron. "Muchos de nuestros seguidores no quieren confesar su militancia porque tienen miedo", explica. "Hace cuatro meses salí de la cárcel; estuve ocho años". ¿Por qué? "Básicamente, por pertenecer a Hamás". Dice que por eso, por el temor a volver a una prisión israelí, ni siquiera él hubiera dicho la verdad a un encuestador. En el restaurante reconvertido en sede, aparte de un par de mesas, unas sillas y la parafernalia electoral, hay un ordenador, al que fueron llegando por la mañana los datos recogidos en cada colegio electoral por los apoderados de Hamás. Así conocieron el triunfo. Antes de despedirse, Abdalá añade: "Este triunfo es de Alá".
La algarabía se tornó en tensión en cuestión de segundos, cuando una camioneta cargada de soldados, seguidores del gobernante Al Fatah, cruzó a toda velocidad la plaza atestada por correligionarios de Hamás. Enarbolando sus fusiles y las banderas blancas y negras del partido de Yasir Arafat, parecían empeñados en provocar. Uno de los que celebraban la victoria sacó una pistola y disparó al aire. Inmediatamente, la alegre sintonía calló. Recobrada la calma, la marcha prosiguió hasta la sede del Parlamento palestino, donde hubo algún altercado más entre los simpatizantes de ambos partidos.
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