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Reportaje:

El material del que están hechos los sueños estelares

Las muestras del cometa Wild 2 traídas a la Tierra sorprenden a los científicos por su número y gran tamaño

El polvo del cometa Wild 2 recogido por la nave Stardust está donde tenía que estar y sus partículas son de una calidad y tamaño inesperados, aseguran los científicos y técnicos de la NASA. Ya han podido ver las primeras muestras de un cometa que han llegado a la Tierra y confirmar que, efectivamente, llegaron en la cápsula que aterrizó en el Estado de Utah el pasado domingo. La cápsula fue trasladada pocas horas después al Centro Espacial Johnson, en Houston, donde fue abierta el miércoles. La misión, asegura la NASA, ha sido todo un éxito.

El panel de recolección capturó miles de partículas, quizás millones, que se originaron en el borde del Sistema Solar o provienen de lejanas estrellas, explicaron los científicos de la misión en una rueda de prensa televisada desde Houston. Aunque habían esperado sobre todo partículas microscópicas de polvo, un sorprendente número de ellas son suficientemente grandes como para poder distinguirlas a simple vista.

"Se han superado nuestras esperanzas más ambiciosas", aseguró Donald Brownlee, de la Universidad de Washington. La carga es, según sus palabras, "un antiguo tesoro cósmico". Los científicos creen que estas partículas son los restos sin modificar del material que formó los planetas y otros cuerpos celestes hace unos 4.600 millones de años.

La nave voló muy cerca del núcleo del cometa con una especie de raqueta de tenis desplegada, y este recolector es el que ha vuelto a la Tierra. Tiene 35 centímetros de ancho y está relleno de aerogel, un ligerísimo material de silicio, compuesto de aire en un 99,8%. El aerogel frenó y atrapó las partículas que chocaron contra el recolector, y se pueden ver los rastros de los impactos.

Antes de que Stardust volviera de su misión de siete años en total al cometa Wild 2, al que se acercó el 2 de enero de 2004, Brownlee les había comentado a sus compañeros que debían prepararse para no ver nada a simple vista en el recolector. La realidad ha sido otra. Uno de los rastros dejados es tan grande que cabe en el agujero un dedo pequeño, ha dicho el científico. Algunos de los rastros pudieron ser dejados por partículas de hielo que luego se evaporaron, pero los científicos esperan encontrar algún indicio de ellas.

Todavía no ha empezado el análisis de las partículas en sí, un procedimiento lento y complicado por la necesidad de evitar la contaminación con material terrestre. Se han empezado a extraer las partículas para un análisis preliminar y hasta dentro de seis meses no serán repartidas entre 180 investigadores de varios países seleccionados por la NASA para su estudio a fondo.

Durante su largo viaje, Stardust también recolectó durante 195 días partículas del polvo interestelar que fluye por el Sistema Solar, diferentes en principio -tanto en la densidad de ellas que se encuentran en el espacio como en la composición- de las que rodean un cometa. Los especialistas de la misión creen que puede haber bastantes de estas partículas -varios centenares- en la cara opuesta del recolector a la que tiene el polvo del cometa.

Este material extraterrestre, el primero sólido que llega a la Tierra desde las muestras lunares, complementaría las muestras de viento solar (iones) recogidas por la sonda Genesis. El año pasado, la cápsula de la Genesis se estrelló contra al suelo al volver a la Tierra y, aunque se recuperaron trozos con muestras, va a resultar difícil obtener resultados científicos fiables de ellas.

Científicos de la misión <i>Stardust</i> observan el panel donde se incrustaron las partículas del cometa Wild 2.
Científicos de la misión Stardust observan el panel donde se incrustaron las partículas del cometa Wild 2.REUTERS

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