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Reportaje:

Heráldica en peligro

Las obras, el humo y la desidia amenazan decenas de blasones que decoran Madrid desde la Edad Media

La historia de Madrid permanece silenciosamente tallada en piedra sobre centenar y medio de blasones. Hasta el siglo XX y desde la Edad Media, esos escudos signados por símbolos, objetos o animales han dado noticia de sus moradores encaramados de las fachadas. Bellas plataformas de granito o caliza, labradas a cincel, son vestigio casi único de un tiempo ido que, merced a ellos, sigue formando parte de la atmósfera de la ciudad, de su historia. Sin embargo, hoy esos testimonios de piedra están en peligro de desaparición.

Los efectos de la contaminación medioambiental, los humos, los ruidos, el tráfico y la piqueta han diezmado esos blasones hasta aniquilarlos o convertirlos, en ocasiones, en borroso y mudo peñasco indescifrable. Así lo señala Fernando del Arco, uno de los principales expertos de Madrid en Heráldica, la disciplina que estudia este lenguaje europeo surgido en el siglo XI y cuyos signos han informado a numerosas generaciones sobre valores y símbolos del pasado. Del Arco, presidente de una asociación del Ateneo dedicada al estudio de los blasones, la vexilología y los emblemas, es autor del libro Labras heráldicas de la Villa de Madrid, editado en 1997.

De los aproximadamente 200 blasones por él consignados entonces, más de la tercera parte ha desaparecido o se encuentra en trance de desaparición por erosión, obras, derribos o mera desidia. Este proceso puede ser considerado irreversible si las autoridades municipales y de la Comunidad no le ponen coto mediante un plan específico de protección y restauración.

Uno de los grupos de blasones más antiguos de los que se tiene noticia en la ciudad se encuentra en la plaza de la Villa, frente al Ayuntamiento y en la puerta que da acceso a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, bajo la Torre de los Lujanes. Se trata de tres escudetes que coronan su bellísimo dintel en piedra. Datan del año de 1470, del reinado de Enrique IV de Trastámara y muestran la erosión del tiempo, que ha pulverizado algunos de sus motivos, explica Del Arco. Éste añade: "De la etapa medieval, que en el arte madrileño se prolongó hasta los albores del siglo XVI, no quedan en Madrid más testimonios que algunos escudos de estilo gótico isabelino, sobre el pórtico de San Jerónimo el Real, en caliza". Están severamente dañados por el tiempo y, ahora, más aún, por las recientes obras de ampliación del Prado. También perviven otros elementos heráldicos en la Capilla del Obispo, en la plaza de la Paja, cerrada al público a la espera del comienzo de una nueva fase de su incesante restauración.

Del siglo XVII datan numerosos blasones dispersos sobre caserones y mansiones del centro de Madrid: donde más proliferan es en el barrio de los Austrias.

El blasón eclesiástico más impresionante de toda la Comunidad de Madrid es el que jalona, hoy restaurado, el palacio arzobispal de Alcalá de Henares, de unos cuatro metros de altura por tres de anchura. Su tamaño es semejante al que corona la Casa de América, sobre la plaza de Cibeles. Pero no es el más alto: éste puede ser considerado el situado en un edificio municipal contiguo a la iglesia de San José, en plena calle de Alcalá; es contemporáneo, dorado, con el oso y el madroño, las siete estrellas y el nombre de Madrid en minúsculas.

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Entre los más vistosos se halla la pareja de blasones que ornamenta un sexto piso del palacio enclavado entre las calles de Zorrilla y Marqués de Cubas, en las inmediaciones del edificio de las Cortes. Los dos suntuosos emblemas heráldicos han sido recientemente restaurados para integrar parte de la ampliación del contiguo Museo Thyssen Bornemisza.

Fernando del Arco cuenta que, recientemente, presenció la demolición de un palacio situado en la calle de Mesón de Paredes, que poseía un excelente pórtico barroco de Pedro de Ribera. Mostraba el escudo nobiliario de un noble vasco de apellido Undona. "Era de extraordinaria belleza y, de un día para otro, desapareció en las obras. Pregunté al capataz y me dijo que una persona se lo había llevado". Del Arco indagó y descubrió que un particular había recogido el pórtico completo, con escudo y todo, que instaló en su finca de Toledo.

"De la calle del Doctor Letamendi, donde se hallaba la casa de Iván de Vargas, han desaparecido hasta seis grandes blasones", se lamenta Del Arco. En otras calles, como las del Amparo, Ballesta, San Bernardo, García Gutiérrez, Huertas, incluso en el paseo de la Castellana, otros tantos blasones no podrán vincular más el hoy al pasado, como aún cabe ver en municipios madrileños como Torrelaguna, Chinchón o Alcalá de Henares.

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