"Los monoteísmos han llenado el mundo de sufrimiento"
Michel Onfray tiene 47 años y una treintena de libros a las espaldas. Es profesor en un liceo francés y fundador de la Universidad Popular de Caen (Francia), donde enseña una filosofía "opuesta a la oficial". Es decir, "sensualista, materialista, hedonista", donde el placer no sea anatemizado. Su última obra, hasta ahora, es Tratado de ateología, un éxito de ventas en Francia, que acaba de ser publicado en España en castellano (Anagrama) y catalán (Edicions de 1984). Se trata de una diatriba contra los monoteísmos, a los que ve inspirados por la "pulsión de la muerte".
Onfray reconoce que esta obra es más negativa que positiva. Lo atribuye a que sus propuestas figuran en sus escritos anteriores, no traducidos. "He escrito unos 30 libros. Las propuestas positivas están en ellos. En éste propongo, en cierta medida, hacer tabla rasa para construir una ética, una política desde la razón". Una defensa del ateísmo que es, en parte, coyuntural, hija del 11 de septiembre. "Desde entonces, se nos obliga a escoger entre el judeocristianismo de Bush y el islam de Bin Laden, como en otra época se nos obligó a escoger entre el comunismo de Rusia y el capitalismo de Estados Unidos. Lo que he querido decir desde el principio es que no quiero elegir. Como Albert Camus no eligió entre Rusia y América".
"Enseño una filosofía hedonista, sensualista, materialista, empírica, cínica"
"No celebro el incendio de iglesias, la violación de religiosas, que los bienes eclesiales se confisquen"
Y de la no elección sale la propuesta del ateísmo, como "elogio de la razón, de la filosofía de las luces. Hago tabla rasa filosófica para empezar de nuevo a partir de la razón".
Onfray condena los tres grandes monoteísmos (judío, cristiano y musulmán) porque, opina, "han llenado el mundo de sufrimiento". Pero no dirige su mirada hacia el sufrimiento que haya podido producir el ateísmo oficial en la Unión Soviética."El ateísmo también puede producir efectos negativos", precisa. "No defiendo el ateísmo soviético. Me sitúo en la perspectiva de la crítica intelectual. En el campo de las ideas. No celebro el incendio de las iglesias, la violación de religiosas, la confiscación de bienes eclesiales. Yo me sitúo en una lógica de combate filosófico, intelectual. No digo que la época atea de la URSS fuese mejor. No digo que el ateísmo conduzca al paraíso en la tierra. Hay periodos deplorables de la historia en nombre del ateísmo".
Pero las fes monoteístas, cree, son peores. Porque impregnan incluso a los no creyentes. "El teísmo impregna la mentalidad de la gente. Incluso cuando se es laico, incluso cuando se es agnóstico. Hemos formado un cuerpo cristiano. Un cuerpo que ve al hombre lleno de deseo y que cree que el deseo es culpable. Que el placer es un problema, la carne corruptible, y que hay que amar los cuerpos angélicos. El cristianismo ha producido esos efectos y los sigue produciendo en todos los terrenos", dice, para repasar cómo se reproduce esa condena del placer en la pedagogía o cómo la justicia francesa se basa en la idea cristiana del "libre albedrío".
"La idea del dolor es cristiana y es la misma idea que permite decirle a alguien en un palacio de justicia que es responsable de lo que es. Los pedófilos pueden elegir entre serlo o no. Tenemos el libre albedrío. Si uno hace mal uso de él, es culpable y puede ser encerrado. Sabemos que hay determinaciones, que la necesidad existe. Las personas ante un tribunal son el producto se sus acciones, no de sus elecciones. El libre albedrío que afirman los cristianos parte del principio de que el hombre es libre, de que conoce el bien y el mal. Del pecado original. Necesitamos postular que el hombre es libre para poderlo castigar. Es evidente que el hombre no es libre, que la libertad no existe".
Dos ideas cristianas: el libre albedrío y la crítica al deseo. Frente a ello, Onfray propone "una educación poscristiana, una justicia poscristiana, una erótica poscristiana".
En su opinión, la sociedad sigue siendo cristiana, incluso en el campo de la filosofía: "Hay una filosofía dominante, la que aparece en las historias oficiales, la que se aprende en clase. Una filosofía idealista, platónica, espiritualista, cristiana. En ella se integran Platón, Descartes y Kant sin dificultad (...). Y hay otra tradición filosófica, que yo enseño. Estoy escribiendo dos volúmenes que aparecerán muy pronto. Se trata de una filosofía hedonista, sensualista, materialista, empírica, cínica (...). Hay que hacer una filosofía popular. Que todo hombre tenga acceso a la conciencia, que haya debates reales, explicando las diversas posiciones para que puedan elegir. Poder decir: he ahí un filósofo cristiano, tomista, musulmán, ateo. Y debatir para que cada persona pueda pensar por sí misma y sacar sus propias conclusiones".
El padre de este "mal" es Pablo de Tarso, a quien ve como el inspirador de la misoginia cristiana, del odio al cuerpo y al deseo porque, dice, "era impotente". Para su conversión no tiene palabras menores. fue pura histeria. "Yo no calumnio a Pablo de Tarso. Es él quien habla de sí mismo, quien se pronuncia contra el deseo. Él aborda el pensamiento desde su biografía. Yo sólo analizo lo que cuenta y veo que su conversión es una conversión histérica. Es un diagnóstico, no un insulto. No es insultar a alguien decir que tiene una enfermedad. Lo grave de Pablo es que su neurosis se convirtió en una neurosis planetaria".
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