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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Agca, en libertad

El turco Alí Agca era un joven terrorista de 23 años cuando intentó matar al papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981. Ayer, con 48 años y el pelo blanco, salió en libertad tras cumplir un cuarto de siglo en prisión, primero en Italia por el atentado contra el fallecido pontífice polaco, y después en Turquía por el asesinato en 1979 de un periodista y otros delitos cometidos como miembro de los Lobos Grises, una organización de extrema derecha. Agca sale de prisión sin haber revelado quién o quiénes le encargaron asesinar a Karol Wojtyla. Éste visitó al terrorista turco dos años después del atentado y nunca se ha sabido el contenido de aquella conversación, más allá del perdón que Juan Pablo II transmitió al preso y que sirvió para que en 2000 fuera indultado en Italia.

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Este oscuro personaje, que a punto estuvo de acabar con la vida de un pontífice que sería determinante en el derrumbe de los regímenes comunistas europeos, procedía de los bajos fondos politizados de una Turquía agitada por grupos terroristas de toda índole y por una implacable represión policial y militar. Las investigaciones de los jueces italianos llevaron pronto hacia la llamada "pista búlgara", por los contactos entre el turco y algunos empleados estatales de Bulgaria, entonces uno de los satélites más dóciles de la Unión Soviética. De ahí que la hipótesis más extendida haya apuntado siempre al régimen búlgaro como el organizador del atentado por encargo de Moscú.

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En la primavera de 1981, Polonia se hallaba inmersa en un proceso revolucionario sin precedentes en la Europa Oriental después de que las huelgas obreras de agosto en los astilleros de Gdansk obligaran a las autoridades comunistas a legalizar al sindicato Solidaridad. Este sindicato había erigido a Wojtyla como su principal referente. Meses después del atentado, en diciembre de 1981, una ley marcial acabó con este proceso, pero el régimen comunista polaco ya no pudo recobrar la estabilidad y en 1989 retomó las negociaciones con el sindicato para preparar las primeras elecciones libres que aceleraron el hundimiento de la hegemonía soviética en Europa del Este. Según la prensa turca, Italia habría ofrecido protección a Agca a cambio de información veraz sobre los preparativos del atentado. En todo caso, es difícil de creer que el sicario que recibió el encargo de disparar pueda aportar mucha luz sobre una conspiración que conduciría hasta los despachos del KGB en Moscú.

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