Los fumadores plantan cara al tabaco
La red pública de Sanidad y los centros privados ven cómo crece la demanda de personas que quieren dejar de fumar
A Carmen Palau no le gusta hablar de fuerza de voluntad a la hora de dejar el tabaco. Esta psicóloga de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) de Paterna prefiere referirse a la motivación. Como la que demuestra María Teresa que después de dejar "cosas más duras", ahora se enfrenta al tabaco. "Lo hago por mi salud y por demostrarme a mí misma que soy más fuerte que la dependencia que tengo del tabaco", señalaba el jueves en la consulta del centro de Paterna. María Teresa encaja en el perfil de los consumidores de sustancias ilegales que después de abandonar su dependencia a la cocaína, la heroína, o drogas legales como el alcohol, se ha decidido ahora por la nicotina. Junto a este grupo, también se acerca por las ucas personal sanitario que quiere acabar su dependencia del tabaco. Sin embargo, durante los últimos años y, especialmente, a partir de la entrada en vigor de la ley antitabaco, e incluso semanas antes, cada vez son más las personas "normalizadas" que buscan en las UCA un medio para poner fin a su adicción.
Son ocho sesiones semanales, al término de las cuales se habrá abandonado el hábito
La Comunidad Valenciana es la única que cuenta con una red pública específica para tratar las dependencias. Y aunque los usuarios del sistema han sido tradicionalmente personas con adicción a sustancias ilegales o al alcohol, va ganando en peso el número de fumadores. Las 191 personas que acudieron a tratarse en 1999 pasaron a 599 en 2001, 1.374 en 2003 y 1.525 en 2004, según los datos de la consejería de Sanidad. Y los especialistas aseguran que las cifras de 2005 y, sobre todo, de 2006 serán superiores.
Las ucas ofrecen una terapia combinada que contempla las vertientes farmacológica y psicológica. Por un lado se analiza el grado de dependencia física y en función de la situación de salud del paciente y de la adicción se decide si es conveniente ofrecer tratamientos farmacológicos, que van desde el bupropión, una sustancia que previene el síndrome de abstinencia y alivia la sintomatología depresiva que suele acompañar al abandono del tabaco, a los productos sustitutivos, como parches o chicles de nicotina. Junto a ello, se ofrecen sesiones de terapia en grupo dirigidas a reforzar la motivación, pero también se enseña a anticipar las situaciones de riesgo -salir de copas, actividades y hábitos relacionados con el tabaco como el café o fumar después de comer- y a convivir con ellas para evitar caer en las temidas recaídas. En total, son ocho sesiones semanales al término de las cuales se habrá abandonado el hábito "si se siguen las pautas", según la psicóloga y la médico, Inma Rico. A esto se suma un seguimiento telefónico a los tres y seis meses.
Junto a las ucas, también cuentan con consultas de deshabituación centros de especialidades como el de la calle Alboraia de Valencia u hospitales como La Magdalena (Castellón), San Juan, el Arnau de Vilanova de Valencia o el hospital Doctor Peset en Valencia. "No han dejado de sonar los teléfonos toda esta semana por gente que llama para informarse", apuntan desde la consulta del hospital Peset. A este centro llegan los pacientes derivados de los médicos de cabecera o de otras especialidades del hospital, la mayoría con complicaciones asociadas, ya sean pulmonares, con historial de infarto previo, diabetes o complicaciones vasculares.
Las consultas privadas también han visto cómo aumenta la demanda desde principios de año. "Hay más interés", reconoce Amparo Sancho, que trabaja en Unidesdro, "estamos pensando ampliar el horario para atender a las personas a última hora de la tarde, a la salida del horario laboral". Para Sánchez, la ley permitirá que muchas personas que se han planteado dejar de fumar "den el empujón que les falta" gracias a las dificultades que tienen en mantener su hábito en espacios de trabajo e incluso de ocio.
Pero aunque se escoja un centro público, lo que no costea la Seguridad Social son los precios de los tratamientos. El bupropión, bajo el nombre comercial Zyntabac, está en torno a los 100 euros, mientras que los sustitutivos se venden a partir de 10 euros la caja con menos comprimidos. "La falta de ayudas para medicamentos es una cuestión pendiente", se lamenta María Teresa.
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