Medidas contra el tabaquismo
En un editorial del 31 de diciembre se hacía referencia a la "Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo" indicando que sus principales objetivos son reducir el consumo de tabaco, prevenir el inicio precoz al mismo, y proteger al conjunto de la población del humo de tabaco ambiental. La citada ley se considera necesaria por los motivos apuntados y porque el tabaquismo constituye el primer factor epidemiológico del país, con más de 55.000 muertes anuales. Además, España firmó por su cuenta y como miembro de la Unión Europea el Convenio Marco para el control del tabaquismo de la OMS, mediante el cual se comprometía a establecer las medidas apropiadas para hacer frente a la pandemia.
Sin embargo, el editorial no parece ver claro que no se contemple la habilitación de zonas para fumadores en los lugares de trabajo. En este sentido, cabría mencionar el Congreso Europeo "Lugares de trabajo sin humo de tabaco", celebrado en Berlín en 2001, en el que se optó por la conveniencia de no establecer áreas por tres motivos: 1) Saber que no se va a poder fumar en los lugares de trabajo hace replantearse a muchos trabajadores dejar de fumar o fumar menos, mientras que si se puede fumar no se lo plantearán; 2) Si se establecen zonas separadas, habría que habilitar estancias a tal efecto que no estén comunicadas con el sistema de climatización del resto del edificio, para lo cual unas empresas no dispondrían de espacio suficiente y en otras sería complicado y costoso hacer obras para construir compartimentos con ventilación propia; 3) Si se permite a los fumadores que no hayan dejado el hábito salir a fumar cuando quieran, dispondrían de más pausas que sus compañeros no fumadores o ex fumadores.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que España no es pionero en esta iniciativa, ya que la política de edificios totalmente libres de humo de tabaco está en vigor en otros países del mundo, habiendo conseguido con ello una reducción significativa del consumo de tabaco, que es uno de los objetivos de esta medida.
Como cabía esperar de un país moderno como el nuestro, el conjunto de la población ha acogido favorablemente unas medidas aprobadas democráticamente en beneficio de todos, habiéndose observado en los primeros días de su implantación una actitud de normalidad generalizada ante el cambio y un elevado grado de cumplimiento.- Juan Gómez. Madrid.
Soy no fumador y esperaba que desde primeros de enero ¡por fin! podría desayunar, sin que el vecino de barra me echara encima el humo de su cigarro. Mi gozo en un pozo, porque ahora, con la ley en vigor, resulta que no encuentro un solo bar en mi pueblo que me permita desayunar sin humo. Todos los bares -supongo que habrá pasado lo mismo en la mayoría de los pueblos pequeños- han optado por seguir igual, es decir, no prohibir fumar a nadie. Con buena lógica comercial, piensan que si prohíben fumar se resentirá la caja. El resultado real de la aplicación de la ley en mi caso, y en el de una gran mayoría de no fumadores, es que tras peregrinar estos días por los bares habituales de esta zona del Aljarafe sevillano, no he logrado desayunar libre de humos. Al final, tuve que hacerlo en el habitual, pero en la calle. En la terraza de verano, me sirvieron al aire libre, a unos siete grados de temperatura, el café y la tostada, mientras en el interior los fumadores disfrutaban, calentitos, de su desayuno y cigarrito.
Pienso que la ley tiene una tremenda laguna al permitir que en pueblos enteros o barrios de grandes ciudades queden excluidos de poder ejercer su derecho de no fumador mientras se desayuna, o de fumar, si fuera el caso al contrario. Creo que la ley debió prever tal posibilidad, garantizando por pueblo o zona vecinal un cupo de estos establecimientos para cada uno de los grupos. Y así evitar que muchos tengamos que hacer 20 o 30 kilómetros para encontrar un bar libre de humo o, en su caso, que se pueda fumar, para ejercer nuestro derecho.- Manuel Rodríguez Duarte. Valencina de la Concepción (Sevilla).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.