La campaña electoral palestina arranca con incidentes en Jerusalén

Bajo la amenaza de un aplazamiento de las elecciones, previstas para el 25 de enero, las grandes formaciones palestinas inauguraron ayer lo que será una intensa campaña. Los 132 escaños de la Cámara Legislativa son la meta de los 11 partidos en carrera, a cuya cabeza están el oficialista Al Fatah, nacionalista, y el integrista Hamás. La policía israelí dispersó una manifestación en Jerusalén Este, donde las autoridades han prohibido la propaganda electoral.

"Los símbolos convencen más que los programas políticos". Este axioma se evidenció ayer en el primer día de la campaña palestina. Los dirigentes de Al Fatah, excepto su líder, Mahmud Abbas -aún de gira en el golfo Pérsico-, se reunieron ante la tumba de Yasir Arafat, fundador del movimiento y considerado el padre de Palestina. Por su parte, los líderes de Hamás llevaron su peregrinación hasta la casa del fundador del movimiento y líder espiritual, jeque Ahmed Yasin, víctima de los misiles israelíes hace dos años.

Uno de los portavoces de Hamás, Ismail Hania, avanzó su propuesta electoral: "Por un lado, lucharemos contra la corrupción y apoyaremos reformas sociales y económicas. Por otro, seguiremos apoyando la resistencia y la yihad [la guerra santa]" contra Israel. Hania sostuvo que el éxito de Hamás se deberá a "la combinación de política y lucha armada".

Mañana, durante unas tres horas, Israel tendrá otro primer ministro. Es el tiempo que Ariel Sharon estará totalmente anestesiado durante la cateracización que sellará un pequeño orificio en su corazón. La ley israelí indica que si el primer ministro es incapaz de ejercer su cargo, debe traspasar sus funciones al viceprimer ministro, en este caso Ehud Olmert.

Antes de entrar en quirófano, el primer ministro recibió una mala noticia: la policía ha hecho saber a un tribunal que dispone de pruebas de que Sharon y su familia recibieron 2,5 millones de euros en sobornos de un empresario austriaco, según informó anoche el canal 10 de la televisión israelí. No es el único problema: la operación coincidirá con el día en que será efectiva la dimisión de su hijo Omri Sharon, obligado a abandonar el Parlamento tras reconocer haber violado la ley de financiación electoral para beneficiar a su padre en las primarias del Likud en 1999.

Mañana está prevista la llegada de enviados norteamericanos para conocer la postura del Gobierno israelí respecto al voto palestino en Jerusalén Este. Ayer, la policía israelí dispersó una pequeña concentración en esa zona, convocada por Hanan Ashraui, candidata independiente y ex dirigente de Al Fatah. Las autoridades israelíes prohíben la propaganda electoral dentro del perímetro municipal de Jerusalén.

En una guerra paralela por el liderazgo de la derecha israelí, los cuatro ministros del Likud dimitirán el domingo, pese a su desacuerdo con la decisión adoptada por el nuevo líder del partido Benjamín Netanyahu.

Por otra parte, el jefe del Ejército israelí, Dan Halutz, dio ayer una respuesta clara a la pregunta de si su país atacaría las eventuales instalaciones nucleares iraníes: "Desde el punto de vista profesional, sólo puedo decir que el programa nuclear iraní puede ser destruido".