Al menos cinco muertos al derrumbarse el techo de una pista de patinaje en Alemania
Las autoridades no ordenaron la evacuación pese a saber que la cubierta podía ceder
La tarde de vacaciones patinando sobre hielo terminó ayer en tragedia para muchas familias de la pequeña ciudad de Bad Reichenhall, en el sur de Alemania. El derrumbamiento del techo de una pista cubierta de patinaje causó al menos cinco muertos -dos niños de 7 y 12 años y tres adultos jóvenes- y 32 heridos. "Creo que el número de muertos seguirá aumentando", declaró el portavoz de la policía de Traunstein, Johann Bohnert. Se esperaba que el rescate durase toda la noche. El hallazgo de una niña de seis años con sólo algunas magulladuras y síntomas de hipotermia seis horas después del derrumbamiento dio esperanzas a los equipos de socorro de encontrar más supervivientes entre los 10 o 12 que se creían aún dentro de la sala.
Alrededor de 50 personas, en su mayoría familias con niños, se encontraban en el edificio cuando el tejado de madera, construido en 1971, cedió al peso de la nieve que llevaba cayendo sin interrupción desde la madrugada. La policía de Traunstein abrió una investigación para determinar si la catástrofe se debió a una negligencia. El equipo local juvenil de hockey sobre hielo había suspendido el entrenamiento porque iban a retirar la nieve del techo para evitar el desplome, mientras que nadie avisó a quienes se encontraban dentro del recinto.
La nieve sobre el tejado alcanzaba a esa hora una altura de 22 centímetros. A las tres y media de la tarde, el Ayuntamiento avisó al club de hockey sobre hielo Eishockey Athletik Club (EAC), que inició una cadena de llamadas telefónicas a los padres de los integrantes del equipo juvenil para avisar de la suspensión del entrenamiento. "No entiendo por qué no cerraron la pista inmediatamente", declaró la presidenta del club, Petra Rumpeltes. Su hermano Thomas, que fue quien recibió la información del Ayuntamiento, declaró que probablemente se subestimó el peligro de derrumbe. "¿Quién iba a esperar una catástrofe, y que se produjera tan rápidamente?", se preguntó. A las cuatro, hora en que la pista se cierra al público para los entrenamientos de los equipos locales, el tejado se derrumbó después de avisar con un sonoro crujido de la madera. Los últimos usuarios aún no habían abandonado la pista.
Wolfgang Heitmeier, alcalde de Bad Reichenhall, de 16.500 habitantes, aseguró que poco antes del accidente se midió la nieve sobre el techo y se comprobó que estaba "muy por debajo del nivel" que se considera peligroso. Se pensaba cerrar el recinto a las cuatro para quitar la nieve, de modo que no aumentara el peso durante la noche y poder abrir hoy sin riesgos.
Búsqueda de supervivientes
Unos 700 efectivos del Ejército, bomberos y Cruz Roja de toda la región, fronteriza con Austria, trabajaban anoche entre los escombros. Mientras unos buscaban supervivientes con ayuda de perros, otros trataban de levantar el techo con una grúa del Ejército que dificultaba el rescate de las personas que aún seguían entre los escombros. A las once de la noche se había conseguido estabilizar el techo y se intentaba levantarlo para entrar en la sala. Era una carrera contra el reloj para retirar a los heridos de la superficie de hielo sobre la que seguramente estaban atrapados, antes de que la hipotermia acabara con su vida. "En la pista hay un silencio sepulcral", declaró en televisión el jefe de la policía, Fritz Braun. No obstante, Braun no descartó que haya más supervivientes, ya que el techo en zig-zag dejaba grandes espacios donde podrían encontrarse aún heridos inconscientes.
La ley obliga a hacer los techos resistentes al peso de la nieve, según la latitud y la altura de la localidad. En Berlín, que se encuentra a 34 metros sobre el nivel del mar, los techos deben resistir 70 kilos de nieve por metro cuadrado. Bad Reichenhall, a 13 kilómetros de Salzburgo (Austria), se encuentra en los Alpes bávaros a una altura de 500 metros. A causa de la persistente nieve, que anoche continuaba cayendo, el acceso al lugar era lento y dificultoso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.