Chile quiere reformar el sistema electoral heredado de Pinochet
La Corte Suprema da vía libre al procesamiento del ex dictador
El sistema electoral binominal, introducido por la dictadura del general Augusto Pinochet y que impide la representación real de los partidos en el Parlamento según los votos recibidos, se ha transformado en uno de los ejes de la disputa del 15 de enero, en la elección presidencial entre la candidata de la coalición de centro-izquierda, Michelle Bachelet, y el de la alianza de la derecha, Sebastián Piñera.
Después de que Bachelet anunciara, poco después de la primera vuelta, que el cambio del sistema electoral será el primer proyecto que envíe al Parlamento, el actual presidente, Ricardo Lagos, resolvió poner a prueba el espíritu democrático de la derecha. Envió a la Cámara de Diputados una reforma del sistema electoral para su votación inmediata, dado que Piñera y su partido habían declarado estar dispuestos a cambiarlo. Al mismo tiempo, Lagos hacía un guiño al Partido Comunista, que ha pedido terminar con este mecanismo como una de las condiciones para dar sus votos a Bachelet.
El mayor partido de la derecha, la Unión Demócrata Independiente (UDI), que ha crecido en número de parlamentarios gracias a este sistema electoral, impuso su criterio y el proyecto no prosperó. Para no aparecer votando en contra de un sistema que es rechazado por una amplia mayoría de la población, según las encuestas, la derecha se abstuvo en bloque en la Cámara baja. Lagos resolvió presentar de nuevo el proyecto, esta vez al Senado, en la primera semana de enero, para desnudar la debilidad de Piñera. "Éste es un sistema injusto y voy a proponer su reforma apenas comience mi Gobierno. No queremos que se siga torciendo la voluntad de la mayoría", subrayó Bachelet entre los vítores de sus seguidores.
Voto nominal
El actual sistema marca un reparto de escaños de circunscripción entre las dos mayorías, lo que a veces provoca que candidatos -el voto es nominal- con mayor número de votos pero pertenecientes a una minoría se queden fuera. Es el caso de los comunistas, o del senador democristiano Andrés Zaldívar quien pese a obtener un 23% de los sufragios se quedará fuera de la Cámara alta.
La campaña no se ha detenido ni siquiera en Navidad durante esta segunda vuelta. Para triunfar, Bachelet requiere del apoyo de los comunistas, sin que esto signifique el riesgo de una fuga de votos democristianos hacia Piñera. Su estrategia de campaña ha variado. A diferencia de la primera vuelta, en la que Bachelet se mantuvo distante de las estructuras partidarias y tuvo un discurso poco agresivo, ahora se ha rodeado de figuras emblemáticas de sus partidos y el tono es de crítica frontal a la derecha. Un ministro del Gobierno, Sergio Bitar, abandonó su puesto en Educación para incorporarse a la campaña de Bachelet, junto con el derrotado senador democristiano Andrés Zaldívar.
Como el voto para Bachelet fue mayor entre las mujeres que entre los hombres -en Chile se vota en locales y mesas separadas por sexos-, el papel de los varones ha aumentado en su equipo de campaña.
Para Piñera, el millonario que representa a la derecha, la meta de llegar al palacio de la Moneda es más lejana. Requiere sumar la totalidad de los votos que consiguió en primera vuelta el ex alcalde Joaquín Lavín, el otro candidato de la derecha, que representó a los sectores más conservadores, pero sin que éstos le pesen como una mochila y ahuyenten a algunos de sus seguidores.
Por otra parte, el ex dictador Augusto Pinochet sufrió ayer una nueva derrota judicial con el fallo de la sala penal de la Corte Suprema, que por tres votos contra dos rechazó el recurso de amparo que presentó frente a su procesamiento por cuatro casos de secuestro y desaparición de opositores a la dictadura. Con esta resolución, Pinochet, que pasó la Navidad bajo arresto domiciliario, seguirá en esta condición durante los próximos días, mientras la justicia revisa nuevas apelaciones suyas.
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