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COLUMNISTAS
Columna
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Besos y gracias

Un deseo para el inminente (espero) 2006. Que King Kong llame a mi puerta y me deje realizar una de mis fantasías eróticas más secretas: llevarle al Parc de la Ciutadella, tumbarlo en el césped, ponerle unas gafas en forma de corazón color rosa caramelo (ver Lolita) y pintarle las uñas de los pies.

Pero como no creo que ello se produzca, dejaré de fantasear para ceñirme a lo real, haciendo lo que podríamos llamar un artículo con mi agradecimiento a los desconocidos que, con sus cartas, sus e-mails y sus cariñosos obsequios, han hecho mi vida más agradable a lo largo del año. A Ana, de Porriño: darte de nuevo las gracias por tu generosidad, pero insistir en que me basta una postal (aunque un orujo es un orujo es un orujo), y aún me gustaría más que te enviciaras con un cibercafé, pues me resulta mucho más sencillo responder.

A Esther Gómez-Sierra, profesora titular de Literatura Española en la Universidad de Manchester, ese envío tan apetecible de su trabajo Spanish popular cinema, que me ha hecho pasar un rato estupendo y me ha llenado de nostalgia por los cines de barrio (barrios de Maravillas y de Malasaña en los cincuenta, cuyos cines no conocí, pero que se parecen tanto a los míos, del Raval, de las Rondes). Gracias, con pipas y con No-Do.

A Luis Tarazona Vallejo, coleccionista e investigador para una Antología de la historia de los fósforos, su idea para que escriba un artículo sobre esos humildes artilugios a los que se refiere con tanto amor, y que tanto mejoraron nuestra calidad de vida. Tiene una colección de un millón de cajitas digna de examinar. Le confieso que yo, con esta prohibición de fumar y estos hornos eléctricos que nos rodean, me pregunto también qué será de los fósforos. Gracias, amigo.

A Alfonso, uno de los hijos de la anciana señora que su hermana Lola dejó a mi cuidado en el bar Cruz Blanca, en Madrid; me escribió para agradecer tanto el favor como el artículo que le dediqué el 24 de julio, y asegurarme que en el barrio de Salamanca también hay gente que me lee. Yo les agradezco a todos ustedes la confianza de poner a su madre en articulistas manos.

A María, la pensionista de Las Palmas: ánimo, sé feliz todo lo que te quede. Y sí, me acuerdo de ti. No te importe escribir a máquina; a menudo se agradece, porque no soy egiptóloga.

Para Elisa, que trabaja en Francia y a quien adivino solidaria y fuerte, un abrazo a la memoria de Manolo Vázquez Montalbán, y la certeza de que seguiremos sintiéndonos cercanas. Para Concha, que vive en el barrio de la Concepción, muy cerca de Ventas y de Arturo Soria, en Madrid, mi gratitud por tus palabras y por ese ¡aúpa! por el cava catalán, lo que tiene mérito porque ni te gusta el champán francés ni te gusta el cava.

Y ahora le toca a Laila, española de Madrid cuyo padre, de origen sirio, se la llevó a conocer sus raíces: Homs, la ciudad de las norias del siglo XIV, que transportaban las aguas del Orontes. Laila y su familia se instalaron junto al río, y unos jóvenes del lugar, para homenajear a la muchacha, se dedicaron a lanzarse al agua desde las norias en movimiento (me manda fotos para documentarlo). Al final, su padre quiso darles una propina: se habían jugado la vida. Ellos, naturalmente, se ofendieron. Bendita Siria, aún no corrupta por nuestra condescendencia. Inolvidable día el de Laila, me cuenta. Gracias por compartir (como dice Mara en Hablar por hablar).

Finalmente, un abrazo muy fuerte para Juana Quevedo, de Badalona, que en la vida no ha hecho lo que quería, sino lo que la vida le concedía, y que echa a faltar a mi Tonino en el dibujo. Bueno, es que estuvo chungo, y me daba cosa. Ahora parece que va mejor, de modo que lo recuperaremos. Por otra parte, te aseguro, Juana, que llevo puestos tus bonitos collares. No son de oro ni de piedras preciosas. Son de algo mucho mejor, al menos para mí: los hace Juana con las tapas de EPS, recicladas. La dama escribe muy bien, tiene una letra preciosa, antigua, y don Francisco de Quevedo y Villegas es tataramucho suyo.

Besos a todos y a los demás también.

Feliz Navidad.

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