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GUIÑOS
Columna
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World Press 05

Como en años anteriores el World Press Photo 2005 se presenta en el Palacio Montehermoso. De esta manera, Vitoria se convierte una vez en sede receptora de las piezas fotoperiodísticas más prestigiosas de la temporada. Pero en esta ocasión los organizadores alaveses no se han conformado con la muestra internacional. Con buen criterio, exhiben en una sala aparte trabajos de fotoperiodistas con fuerte arraigo local, una iniciativa que se pretende mantener o incluso ampliar en próximas ediciones. Ahora se ha titulado Cuatro esquinas-Lau baster. Los elegidos en esta ocasión han sido los reporteros Jon Barandica, que trabaja para El Periodico; Javier Mingueza, de El Correo; Pradip J. Phanse de EL PAÍS y Rafael Rivas. de la agencia AFP. Sus aportaciones son muy variadas. La vida cotidiana se entrecruza con momentos de tensión o con puntos de vista novedosos. En general, son aportaciones originales y con impacto.

La calidad fotográfica en los distintos apartados del concurso internacional está fuera de toda duda. El interés que provoca sigue atrayendo a numerosos visitantes que han acabado con los catálogos disponibles en el centro cultural. Lo más curiosos es que no se trata precisamente de unas imágenes placenteras. A través de ellas se nos enseña parte de la miseria en la que se encuentra sumergido el planeta Tierra. En esta exposición no cabe espacio para las alegrías. Se trata de un manifiesto fotográfico en el que se denuncian injusticias, desdichas provocadas por la soberbia humana y también por cataclismos naturales. No son escenas de la vida cotidiana, son momentos excepcionales, situaciones donde cuesta vislumbrar la esperanza, donde se rompe el ritmo cotidiano de la vida y el acontecimiento se convierte en noticia de primera plana internacional. Platos amargos para sus protagonistas, aunque dudo lo sean tanto para quien los contempla desde el acomodo del Primer Mundo.

De esta manera podemos contemplar las victimas del tsunami en las costas del Océano Indico, desoladores incendios en las favelas brasileñas, los prisioneros iraquíes encerrados en jaulas para animales por los carceleros estadounidenses, los sangrientos resultados de los enfrentamientos entre tropas del ejercito ruso y independentistas chechenos, los campos de refugiados en África, el arrasador avance de los rascacielos de Shanghai en antiguos terrenos de cultivo, la violencia de género, la vejez y el Alzheimer. No hay espacio para la esperanza ni entre los bastidores donde las escuálidas modelos se preparan antes de salir a la pasarela o en las escenas deportivas preparatorias de los juegos olímpicos. Son imágenes para hacernos entender quiénes somos, para conmovernos y hacer brotar la tan deseada ternura humana.

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